Se trata de un desorden emocional habitual caracterizado por la falta de alegría, motivación, vitalidad, etc. El motivo de su aparición suele deberse a estar pasando por un momento difícil o por no saber cómo reconducir un problema.

El grado de depresión es amplio, desde una apatía temporal o un periodo de melancolía hasta una depresión mayor que puede convertirse en crónica o autodestructiva. El hecho de estar triste puede desarrollar otros trastornos neurovegetativos como los síntomas de ansiedad que afectan a la concentración, al descanso y a las relaciones sociales, entre otros.

Actualmente, existen dos opciones no excluyentes para el tratamiento de la depresión:
- La valoración de un médico especialista en Psiquiatría, que evalúe la sintomatología y la necesidad de un tratamiento farmacológico (antidepresivos, ansiolíticos, etc.).
- La valoración de un psicólogo especialista en Psicología Clínica (a través del sistema de formación Psicólogo Interno Residente, P.I.R.) que evalúe la sintomatología, realice una historia clínica, diseñe un plan de tratamiento individualizado para ayudarle a alcanzar un mayor nivel de bienestar y una buena calidad de vida.