Agilidad emocional: herramientas para adaptarse y responder eficazmente a las situaciones emocionales

La agilidad emocional nos enseña herramientas para aprender a tener una relación sana con nuestras emociones, para poder evolucionar y sacar lo mejor de nosotros, para adaptarnos y responder eficazmente a situaciones emocionales.

Como ya popularizó Daniel Goleman, en su libro “inteligencia emocional”, la inteligencia emocional es un pilar fundamental para aprender a gestionar correctamente nuestras emociones y las de los demás, entender cómo nos afectan, reconocer las emociones propias y las de los otros, conectar con ellas y aprender a manejarlas de manera efectiva.

Todos los autores que han hablado sobre las emociones a lo largo de la vida, coinciden en que la inteligencia emocional es básica para que nos vaya bien en todos los aspectos de la vida.

Si aprendemos a manejar correctamente nuestras emociones, estás nos ayudarán a actuar y tomar decisiones acorde a nuestros valores y para ello debemos hablar de agilidad emocional.

¿Qué es la agilidad emocional?

Es un concepto creado por la Dra. Susan David, psicóloga y profesora de la Universidad de Harvard,“la agilidad emocional es aprender a tener una relación sana con nuestras emociones para poder sacar lo mejor de nosotros mismos”. Sin embargo, no podemos hablar de emociones sin hablar de pensamientos, y de cómo estos hacen que nuestra conducta sea de una forma o de otra.

Los pensamientos están ahí para darnos información acerca de las situaciones que nos ocurren, sin embargo, no siempre somos capaces de pensar de forma objetiva y sin que entren en “juego” nuestras propias interpretaciones de la situación vivida, y en función de esto, las emociones serán más o menos intensas, más o menos agradables.

La agilidad emocional nos enseña a identificar las emociones que sentimos, nos dan información acerca del acontecimiento que hemos vivido y cómo gestionarlas, para ello debemos tener recursos y herramientas para saber qué hacer en cada caso.

Pasos para lograr una agilidad emocional

• Sostener nuestras emociones: es decir, entender que estoy sintiendo esa emoción en concreto en ese momento y no hacer nada para evitarlo. Saber que esa emoción forma parte de la situación que he vivido. Y dejar que aparezca, porque aunque la sensación sea desagradable, está ahí para algo.
• Distanciarnos/ Alejarnos: una vez hayamos aceptado que estamos teniendo esa emoción y nos hemos permitido sentirla, debemos distanciarnos de los pensamientos que nos han llevado a sentir esa emoción. Para distanciarnos tenemos que ver esos pensamientos en tercera persona, podemos ponerle nombre para identificarlos, por ejemplo: pensamientos marea. Y no creernos que son reales. De esta manera no controlan nuestro estado de ánimo, si no que somos capaces de mantenerlos al margen.
• En cuanto a las emociones, es importante llamarlas por su nombre, para poder entender mejor qué nos pasa y qué podemos hacer con cómo nos sentimos.
• Pregúntate tus porqués: conocernos a nosotros mismos nos ayuda a saber cuáles son los valores que nos mueven. Es decir, qué cosas son importantes para cada uno de nosotros. Por ejemplo: si para mí es importante la naturaleza y el cuidado de ella, uno de mis valores será ser cuidadoso con la naturaleza, por lo tanto mis actos estarán dirigidos hacia mantener este valor, de lo contrario no me estaré respetando y eso me afectará emocionalmente.
• Avanzar: ¿cómo voy a empezar a implementar esos hábitos o valores que son importantes para mi a mi vida? Creando un plan de acción. La teoría es muy importante para identificar y saber qué nos pasa, pero si no lo llevamos a la práctica no podremos crear hábitos que cambien la antigua forma de actuar por una nueva que nos permita ser más ágiles emocionalmente y con ello, sentirnos mejor, aumentar nuestro bienestar psicológico.

Para empezar a actuar, es preferible empezar por metas a corto plazo, es decir, pequeños cambios que nos sean fáciles de aplicar y poco a poco ir consiguiendo metas más grandes.

Beneficios de la agilidad emocional en tu vida diaria.

La agilidad emocional nos permite:

• Ser respetuosos con nosotros mismos, ya que nos estamos escuchando y haciendo caso a lo que sentimos.
• Tomar decisiones desde lo que para nosotros es importante, por lo tanto, mejores decisiones.
• Tener un mayor bienestar psicológico.
• Ser más eficaces a la hora de comunicarnos con los demás.
• Mejoramos a nivel laboral, ya que somos más capaces de resolver conflictos de manera constructiva.
• Ser más reflexivos y no actuar desde la impulsividad.
• Mejoramos en las relaciones interpersonales, ya que además de nuestras propias emociones somos más capaces de reconocer las emociones de los demás y actuar en consecuencia.

La agilidad emocional tiene muchos beneficios en nuestra salud tanto física como psicológica y nos ayuda a tener una visión más objetiva de nuestras emociones, saber qué nos está pasando y porqué y tomar decisiones adecuadas en función de lo que es importante para cada uno de nosotros y saber comunicarlo al resto. Puedes pedir cita con un psicólogo si crees que necesitas mejorar tu agilidad emocional.

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