Cuando pensamos en salud mental, solemos imaginar a las personas pidiendo ayuda o enfrentándose a una situación difícil. Sin embargo, ¿te has detenido a pensar en cuántos hombres luchan en silencio porque sienten que no “pueden” o no “deben” hablar sobre sus emociones?
Pues en este artículo te vamos a hablar sobre cómo las expectativas sociales y los estereotipos afectan la disposición de los hombres a buscar ayuda para su salud mental y cómo podemos cambiar esta realidad.
En nuestra sociedad, ser “hombre” está cargado de reglas no escritas. Desde pequeños, se nos dice cosas como: “los hombres no lloran”, “tienes que ser fuerte” o "no muestres debilidad". Estas ideas, aunque nos puedan parecer inofensivas, tienen un impacto profundo en cómo los hombres enfrentamos nuestras emociones y si ello nos induce o no en buscar ayuda cuando la necesitamos.
Imagina a un hombre que está pasando por un divorcio difícil. Internamente se siente perdido, ansioso y deprimido, como cualquier persona en esta misma situación pero, en lugar de buscar un terapeuta o hablar con un amigo, se encierra en sí mismo porque piensa: “¿Qué van a decir si no puedo con esto? Se supone que debo manejarlo solo”. Pues aquí vemos el efecto del estigma: crea una barrera que impide que este hombre obtenga el apoyo que necesita.
En la actualidad, el concepto de masculinidad tradicional es como un traje demasiado ajustado: no todos encajamos en él, y tratar de hacerlo puede ser incómodo y doloroso. Este ideal de ser fuerte, autosuficiente y emocionalmente imperturbable puede oprimir más que ayudar porque, ¿qué pasa cuando la vida nos golpea violentamente?
Pensemos en Pedro, un hombre de 35 años que perdió su trabajo. Siente una mezcla de miedo y vergüenza y en lugar de expresar sus preocupaciones, decide “ser fuerte”, pero esa fortaleza lo lleva a aislarse de la gente, encerrarse en sí mismo y evitar cualquier conversación sobre lo que realmente siente. Aquí se ve cómo las expectativas nos pueden empujar a los hombres hacia estrategias de afrontamiento negativas como el consumo de alcohol, adicciones o conductas impulsivas de agresividad.
Esto no es solo un problema individual. Según datos de la OMS, los hombres tenemos tasas más altas de suicidio que las mujeres, en parte porque somos menos propensos a buscar ayuda cuando nos enfrentamos a problemas de salud mental y esto es una realidad que debe preocuparnos a todos.
Y es que el estigma no surge de la nada; se alimenta de lo que escuchamos, vemos y experimentamos a diario. Las películas, los programas de televisión y los comentarios cotidianos refuerzan la idea de que los hombres debemos ser invulnerables. Y si no, piensa en los héroes de acción que se enfrentan a todos los problemas solos, sin derramar una lágrima. Estos modelos no solo son poco realistas, sino que también perpetúan la idea de que pedir ayuda es un signo de debilidad.
Además, el entorno social puede ser poco comprensivo. Un hombre que admite sentirse deprimido puede enfrentarse a comentarios como “anímate, no es para tanto” o “deja de quejarte, hay gente que está peor”, y es que esto refuerza la idea de que sus emociones no son válidas y por tanto, como consecuencia, lo hace menos propenso a hablar en el futuro.
Cambiar esta situación requiere un esfuerzo de todos. Por un lado, es esencial redefinir lo que significa ser hombre, y es que, la verdadera fortaleza no está en reprimir nuestras emociones, sino en enfrentarlas y buscar ayuda cuando sea necesario. La vulnerabilidad no es una debilidad, sino una muestra de humanidad.
Un buen ejemplo de esto que estamos hablando son las figuras públicas que han hablado abiertamente sobre sus problemas de salud mental. Futbolistas, actores y cantantes han roto con el estereotipo de “hombre fuerte e imperturbable” al compartir sus experiencias con ansiedad, depresión o estrés. Esto no solo los humaniza, sino que envía un mensaje claro: Está bien pedir ayuda.
Por otro lado, las campañas de sensibilización también juegan un papel crucial. Iniciativas como “Heads Up” en el Reino Unido o “Hablemos de ello” en América Latina buscan normalizar las conversaciones sobre salud mental entre los hombres, mostrando que no estamos solos.
Enseñar a los niños que está bien llorar, sentirse tristes o pedir ayuda es clave para formar adultos emocionalmente saludables.Si bien el problema es grande, las soluciones empiezan con pasos pequeños. Aquí te dejo algunas formas prácticas de fomentar un cambio positivo:
El estigma en la salud mental masculina no solo afecta a los hombres, sino a toda la sociedad. Nos toca a todos cuestionar las expectativas y los estereotipos que hemos normalizado. Un hombre no es menos hombre por pedir ayuda; al contrario, reconocer su vulnerabilidad es un acto de valentía y de amor a sí mismo, una muestra de honradez y respeto hacía su propia persona.
La próxima vez que escuches a un hombre abrirse sobre sus emociones, no lo juzgues ni minimices lo que siente; escúchalo, apóyalo y recuérdale que está bien no estar bien. Solo así podremos, entre todos, construir un mundo donde la salud mental sea una prioridad para todos.
La publicación del presente artículo en el Sitio Web de Doctoralia se hace bajo autorización expresa por parte del autor. Todos los contenidos del sitio web se encuentran debidamente protegidos por la normativa de propiedad intelectual e industrial.
El Sitio Web de Doctoralia Internet S.L. no contiene consejos médicos. El contenido de esta página y de los textos, gráficos, imágenes y otro material han sido creados únicamente con propósitos informativos, y no para sustituir consejos, diagnósticos o tratamientos médicos. Ante cualquier duda con respecto a un problema médico consulta con un especialista.