Antonio Murillo Escoda

No puedo diferenciar una formación profesional de una formación personal. Para desarrollar el oficio de psicoterapeuta, es necesario pasar por una serie requisitos. Soy Psicólogo General Sanitario, colegiado 751, especializado en Psicoterapia Psicoanalítica por el CEPP. Realicé seminarios en el mismo CEPP, el COPC, así como otros privados no oficiales pero de gran riqueza teórica y técnica. Todo ello me permitió indagar, con mayor o menor profundidad, en la obra de Sigmund Freud, Melanie Klein, Donald Winnicott o Jacques Lacan, y especialmente en la de Wilfred Bion y Donald Meltzer.
He presentado trabajos y seminarios en el COPC, la ACPP, Gradiva, la ECPNA, el CHMC… He publicado algún artículo en las revistas de Gradiva, la ACPP y en el libro del GPB “De un Taller Psicoanalítico”.
Pertenezco desde hace muchos años al Grupo Psicoanalítico de Barcelona, donde he recibido la enseñanza de Donald Meltzer y de compañeros de gran calidad humana y profesional. Me identifico con la denominación de psicólogo y, especialmente, con la de psicoterapeuta. Como tal, pertenezco a la Associació Catalana de Psicoteràpia Psicoanalitica, a la FEAP y tengo el Specialist Certificate in Psychotherapy.
He desarrollado casi toda mi trayectoria profesional en la consulta privada, y especialmente en el Centre d’Higiene Mental de Cornellà, lugar de continuo reto en la aplicación de la psicoterapia a situaciones diversas. Me apasiona también ser docente y tutor de práctiqums de fin de carrera de alumnos de diferentes universidades, así como de diversos postgrados.
En la formación de un psicoterapeuta no influyen exclusivamente las disciplinas propiamente pensadas para dicha formación. Estoy seguro que yo no sería el mismo sin determinadas obras literarias. También la música me ha acompañado siempre, y podría nombrar canciones que realmente he sentido como experiencias transformadoras. También la experiencia cinematográfica, cuando es creativa, es tan rica y sugerente como la del más elevado seminario. Y no de menor influencia son los vértices que me han aportado ámbitos tan diversos como la práctica de deporte, los seminarios como alumno de pintura, de guitarra, de cine e incluso enológicos… Y los viajes, otra esfera de aprendizaje que aleja del egocentrismo y fomenta la capacidad de observar sin juzgar, tan necesaria en la práctica de la psicoterapia.
Y por último, cómo no, la experiencia personal propiamente dicha. Experimentar la intimidad, el miedo, el rechazo, la relación de pareja, la paternidad, las pérdidas, el reconocimiento auténtico y el interesado, la tristeza, el deseo, el tedio, la perseverancia y la impaciencia, la amistad intensa y la banal, el odio y la tregua, la curiosidad y la pereza… Estar abierto a vivir ayuda a escuchar mejor y a saber de qué se habla.