Claudia Castilla
Especialista en Contenido Médico
Especialista en Contenido Médico
Durante los meses más calurosos del año, los niños son especialmente vulnerables a sufrir un golpe de calor. Su organismo aún no regula la temperatura tan eficazmente como el de un adulto, por lo que una exposición prolongada al calor o a la deshidratación puede convertirse en una emergencia médica.
En este artículo te explicamos qué es el golpe de calor en niños, cuáles son los riesgos, cómo detectarlo a tiempo y qué medidas tomar para prevenirlo eficazmente.
El golpe de calor es una forma grave de hipertermia que ocurre cuando el cuerpo no puede disipar el exceso de calor, haciendo que la temperatura corporal supere los 40 °C. En los niños, esta situación puede agravarse rápidamente porque:
Su sistema de sudoración no está completamente desarrollado.
Tienen una menor masa corporal, lo que los hace más sensibles a los cambios de temperatura.
No siempre expresan bien sus molestias o síntomas, lo que dificulta una detección temprana.
Algunas situaciones aumentan el riesgo de golpe de calor en la infancia:
Exposición directa al sol, especialmente entre las 12 h y las 17 h.
Ambientes cerrados y mal ventilados, como coches aparcados al sol.
Ejercicio físico intenso en días calurosos, como actividades deportivas al aire libre.
Falta de hidratación adecuada durante el día.
Uso de ropa muy abrigada o materiales poco transpirables.
El pediatra podrá valorar su estado general, realizar seguimiento y darte pautas para futuras exposiciones al calor.Es clave actuar al primer síntoma. Los principales signos que indican que un niño podría estar sufriendo un golpe de calor son:
Fiebre alta (más de 40 °C) sin causa aparente
Piel caliente, roja y seca (sin sudor)
Somnolencia, confusión o irritabilidad
Vómitos o náuseas
Respiración acelerada
Dolor de cabeza o mareos
En casos graves: convulsiones o pérdida de conciencia
Si detectas estos síntomas, busca atención médica de urgencia.
La actuación rápida puede salvar vidas. Sigue estos pasos:
Traslada al niño a un lugar fresco y sombreado.
Quítale la ropa extra para favorecer la transpiración.
Enfría su cuerpo:
Usa compresas frías en cuello, axilas, ingles o muñecas.
Ventila el ambiente con un ventilador o aire acondicionado.
Ofrécele agua en pequeños sorbos si está consciente (evita forzarlo si está desorientado).
Llama inmediatamente a los servicios de emergencia.
La prevención es la mejor herramienta. Aquí van algunas recomendaciones prácticas:
Aplica protector solar de amplio espectro (mínimo FPS 30).
Asegúrate de que beban agua frecuentemente, aunque no tengan sed.
Usa ropa ligera, de colores claros y transpirable.
Protege su cabeza con gorras o sombreros.
Evita actividades físicas intensas en las horas de más calor.
Nunca dejes a un niño solo dentro del coche, aunque sea por poco tiempo.
Consulta al especialista si:
El niño ha tenido fiebre alta tras una exposición al calor.
Muestra signos de deshidratación (boca seca, llanto sin lágrimas, fontanelas hundidas).
Tiene cambios en el comportamiento (confusión, irritabilidad, letargo).
Ya ha sufrido un golpe de calor previamente.
El pediatra podrá valorar su estado general, realizar seguimiento y darte pautas para futuras exposiciones al calor.
El golpe de calor en niños es prevenible si se toman medidas adecuadas y se está atento a los signos de alarma. Durante los días de altas temperaturas, una hidratación correcta, la sombra y la ropa adecuada son clave para mantenerlos seguros.
Educar a los más pequeños sobre los peligros del calor también es parte de la prevención.
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