Has estado tres horas dentro de Instagram y TikTok. Esos cinco minutos se han convertido en una tarde más, como todas las demás desde hace meses, tanto que ya no recuerdas cuándo empezaste a pasar tanto tiempo consultando el móvil.
Puede parecer inofensivo: cinco minutos que se transforman en tres horas. Pero multiplica esas tres horas por siete días de la semana, por 365 días al año: eso son 1.095 horas al año, o, mejor dicho, 45 días (un mes y medio al año) mirando redes sociales.
Con esas 1.000 horas podrías transformar tu vida por completo. Podrías obtener un nivel B2 en prácticamente cualquier idioma, lo que te abriría puertas al trabajo o al viaje de tus sueños. Podrías aprender a tocar un instrumento y dominarlo, compartiendo momentos y experiencias vitales que no tendrían comparación con nada. También podrías dedicar ese tiempo a tu cuidado personal, haciendo deporte u otras actividades que te rejuvenezcan por dentro. Con esas horas podrías invertir en fortalecer tus vínculos sociales mediante proyectos que te conecten de verdad con otros.
El problema no es realmente cuánto tiempo de nuestras vidas pasamos en redes sociales, sino todo lo que estamos dejando de vivir cada vez que las abrimos. Además, las redes sociales están diseñadas para distraerte: saben bien qué mostrarte y qué no, para que te quedes atrapado. Si algo te gusta, te mostrarán más de ello para mantenerte enganchado; y si algo te duele, también te lo mostrarán más. El objetivo es que no dejes de deslizar la pantalla.
El hecho de que esté tan bien diseñado para manejar tu atención es, además, un desafío. En nuestro día a día podemos estar enfrentándonos a aspectos tremendamente dolorosos, y muchas veces las distracciones nos ayudan a sobrellevar lo que resulta complicado. Sin embargo, las redes sociales lo saben bien: te ayudan a evadirte de tu mundo. A veces consiguen hacerlo tan bien que puedes pasarte más de tres horas al día dentro de ellas.
Las redes sociales son una droga que puede estar ayudándote a evadirte de una realidad difícil. Un uso puntual puede no suponer ningún problema; el problema aparece cuando ese uso está enmascarando acciones en tu vida, conexiones reales, una existencia plena y satisfactoria. Ahí es donde realmente reside el peligro: en encontrar que estás obteniendo refugio en algo que te encierra en lo superficial y no conduce a nada.
Las redes sociales, en apariencia, te están “conectando”, cuando en realidad te están desconectando. Te desconectan de la experiencia, te desconectan de la vida, te desconectan de ti. Por supuesto, podrías hacer algo para detenerlo y lograr que un sistema que, de por sí, está diseñado para atrapar tu atención, no lo consiga. Eso es algo que puede trabajarse en consulta.
Las redes sociales son una droga que puede estar ayudándote a evadirte de una realidad difícilEn psicología se habla de encontrar la función del comportamiento, es decir, ver para qué lo estás utilizando. Esto puede lograrse detectando y registrando los momentos en los que recurres a las redes sociales. Este ejercicio te ayudará a identificar cuál está siendo tu motor inicial para abrirlas y dónde puedes intervenir. El sistema está diseñado para atraparte, pero podemos aprender a detectar las señales que indican cuándo lo utilizas, y así encontrar una solución.
Recuerda: 1.095 horas al año, 45 días de 365 revisando redes sociales. Cada vez que deslizamos la pantalla, cedemos un fragmento de nuestra vida. Quizá el reto no sea desconectarse de las redes, sino volver a conectarse con uno mismo. Si quieres empezar a hacerlo, hablarlo con un psicólogo puede ser el primer paso.
La publicación del presente artículo en el Sitio Web de Doctoralia se hace bajo autorización expresa por parte del autor. Todos los contenidos del sitio web se encuentran debidamente protegidos por la normativa de propiedad intelectual e industrial.
El Sitio Web de Doctoralia Internet S.L. no contiene consejos médicos. El contenido de esta página y de los textos, gráficos, imágenes y otro material han sido creados únicamente con propósitos informativos, y no para sustituir consejos, diagnósticos o tratamientos médicos. Ante cualquier duda con respecto a un problema médico consulta con un especialista.