Puede parecer una contradicción, pero detrás de esta afirmación se esconde toda una intervención psicológica. ¿Cómo afrontar la soledad sin sufrir, abrazando, precisamente, la soledad? ¿Qué significa realmente hacerlo? Si te resuena esta pregunta, te invito a seguir leyendo. Tal vez aquí encuentres una forma distinta de transformar tus relaciones sociales.
Vivimos tiempos de desconexión entre personas. Las redes sociales, que prometían acercarnos, han traído fenómenos como el ghosting, el FOMO y vínculos cada vez más fugaces. En este contexto, muchas personas sienten que no tienen un lugar, incluso estando rodeadas de otros. Esa es una de las formas más comunes de sentirse solo rodeado de gente, un fenómeno que afecta a quienes buscan cómo afrontar la soledad desde la raíz.
A veces basta con una ruptura, una mudanza o un cambio vital para que te sientas desamparado. Lo que haces entonces puede marcar la diferencia. Muchas personas se atan rápidamente a nuevas relaciones, no por deseo, sino para evitar sentir. La soledad puede doler de forma punzante, y la incertidumbre que la acompaña, aunque pasajera, puede parecer aún más insoportable.
De esta manera, podemos encontrarnos en varias tesituras.
Atrévete a ir sin compañía, a dejarte acompañar solo por ti.Estas son solo algunas de las formas en que puede manifestarse la temida soledad. Lo que sentimos (por incómodo que sea) tiene un sentido y, a menudo, viene a mostrarnos algo importante. La clave no está en evitarlo, sino en decidir qué hacemos con ello. Si te detienes un momento a escuchar esas sensaciones… ¿qué te están pidiendo? ¿Qué elegirías hacer con ellas? Ese pequeño acto de atención puede ser el primer paso para afrontar la soledad desde otro lugar.
Pensemos en la primera situación. Tu círculo social es muy reducido. No se trata de que tengas una dificultad real para vincularte, sino de que ahora mismo no tienes contextos donde hacerlo. Y claro, si no construyes esas oportunidades, ¿cómo van a surgir por sí solas? Abrazar la soledad, en este caso, significa atreverte a salir, a exponerte con todo lo que eso incomoda, y dar el paso hacia lugares donde puedas conectar con otras personas. Si no tienes con quién ir, ve igual. El verdadero obstáculo no es la falta de compañía, sino evitar ese malestar que, paradójicamente, solo se disuelve cuando lo atravesamos. Atravesar ese malestar es parte esencial del proceso de afrontar la soledad.
La segunda situación tiene que ver con permanecer en relaciones que te hacen daño, donde no te sientes visto, donde las dificultades se repiten una y otra vez. A veces no es por falta de conciencia, sino por la barrera invisible del miedo: miedo a la incertidumbre, al vacío que deja la ausencia, a la idea de estar solo en el mundo. Y, sin embargo, tocar esa sensación (en lugar de huir de ella una vez más) puede ser lo que te permita salir de dinámicas que solo te desgastan.
¿Quieres una relación en la que realmente te vean? Entonces tendrás que construirla desde el principio. Y eso incluye también aprender a poner límites. Si no eres capaz de estar solo dentro de una relación, cuando te traten mal es más probable que lo permitas, que lo normalices, que lo dejes pasar. Sin darte cuenta, puedes terminar atrapado en vínculos que duelen. ¿La raíz de todo esto? Muchas veces es la dificultad de estar solo. Porque cuando no puedes sostener esa soledad, tampoco puedes sostener el límite. Y sin esa capacidad, estás más expuesto a tolerar lo que hoy llamamos “relaciones tóxicas”.
Abrazar la soledad es, en realidad, una forma de protegerte. Te protege de la propia soledad (la que duele), pero también de vínculos que no te nutren, que nacen del miedo y no del deseo. Al sostenerla, abres una ventana a nuevas posibilidades, y eliges desde lo que verdaderamente resuena contigo.
Cuando te permites estar solo, dejas de conformarte con relaciones a medias. ¿Cómo empezar? Atrévete a ir sin compañía, a dejarte acompañar solo por ti. Puedes comenzar poco a poco, saliendo con alguien conocido, pero abriéndote a moverte por tu cuenta. Así, poco a poco, desarrollarás una habilidad que transforma tu forma de vincularte. Y con ello, aprenderás también cómo afrontar la soledad sin caer en relaciones que nacen del vacío.
Si sientes que la soledad pesa más de lo que puedes sostener, puede ser útil compartir ese peso con alguien. A veces, el primer paso para afrontar la soledad y abrazarla es hacerlo acompañado.
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