Artículos 05 septiembre 2023

Síntomas y recomendaciones para la gestión de la ansiedad nerviosa

Carmen Rodriguez de Haro Psicólogo
Carmen Rodriguez de Haro
Psicólogo

La emoción de preocupación es quizá la forma más habitual de experimentar ansiedad en nuestra sociedad actual. La preocupación es el mecanismo que nos mantiene inmovilizados ante algo sobre lo que normalmente, carecemos de control. La ansiedad produce pensamientos catastróficos. Va precedida del pensamiento “y si”. ¿Y si pasa lo peor…?

¿Por qué se produce la ansiedad nerviosa?

Se produce por una sobre activación de nuestro organismo. Estamos muy alerta ante el entorno (relaciones con los demás), el tiempo (el paso del tiempo o por el contrario cuando sentimos que el tiempo no pasa…) y el cuerpo (alerta con los cambios corporales, enfermedades, nuestra autoimagen…).

Tenemos un umbral de tolerancia al malestar. Si lo sobrepasamos, estamos hiper alerta. Nuestro cuerpo memoriza ese estado de alerta, y hace que nos mantengamos sobre excitados. También puede ocurrir el efecto contrario, al mantenernos por un tiempo prolongado en estado de alerta, nuestro cuerpo, que tiende a la homeostasis (equilibrio o autorregulación), baje a un estado de hipo alerta y nos encontremos muy tristes, apáticos y con agotamiento emocional.

¿Qué características de la personalidad influyen en la ansiedad?

Las personas que son muy analíticas tienden a sobrepensar. Así también, el perfeccionismo causa ansiedad. El perfeccionismo es miedo y necesidad de control, para evitar que cualquier suceso inesperado pueda ocurrir. Nos perjudica pensar en negativo o de forma catastrofista o personalizar las cosas que nos suceden sobre las cuales no tenemos control. Ejemplo: “todo me pasa a mí”. Así como un exceso de tiempo libre u ocio puede hacer que sobre pensemos en exceso. Es a lo que nos referimos cuando decimos: “la mente ociosa crea problemas psicológicos”.

¿Cómo funciona nuestro cerebro cuando tenemos ansiedad nerviosa?

Según algunas estimaciones, tenemos entre cuatro y ocho pensamientos por minuto, siendo la mayoría de ellos automáticos, involuntarios y espontáneos. Jerome Singer, profesor e investigador de la Universidad de Berkeley, California, descubrió que estos pensamientos espontáneos ocurren gracias a una de las redes internas del cerebro que recibe el nombre de red por defecto. Esta red se activa cuando no estamos concentrados en una tarea concreta, estamos distraídos, ensimismados, con recuerdos del pasado o pensando en nuestro futuro. Es la responsable de que nuestra mente divague. En términos coloquiales, esta red se activa cuando “estamos en Babia”.

Cuando meditamos o intentamos concentrarnos en una tarea, logramos calmar esta red por defecto. Cuando las personas estamos divagando, consumimos más energía a nivel cerebral, que cuando estamos concentrados en algo concreto. Es decir, que realizar una tarea compleja como resolver un problema, consume menos energía que divagar. Es por esto por lo que nos sentimos agotados cuando sobrepensamos.

Ensayamos mentalmente escenarios sociales y las respuestas al ambiente. Según Keith Devlin, matemático británico y escritor de ciencia popular, afirma que esta capacidad de nuestro cerebro constituye una de las funciones más elevadas del ser humano.

¿Cuál es la función de esta red?

Las áreas que se activan cuando la red por defecto está funcionando son las relacionadas con recuerdos del pasado y pensamientos sobre el futuro. Cuando está en funcionamiento se activan las áreas autorreferenciales (utilizar nuestros propios criterios para analizar nuestros comportamientos) y cuestiones sociales. Ejemplos: ¿qué hice?, ¿qué me dijo?, lo que me pueden decir, lo que haré en el futuro…

joven molesto sentado cama En lugar de pensar en posibles escenarios catastróficos que puedan ocurrir, podemos centrar nuestros pensamientos en lo que queremos que suceda.

¿Cuáles son los síntomas físicos cuando sentimos ansiedad?

  • Dificultad para conciliar el sueño. O despertarse antes de lo previsto e imposibilidad de volver a dormir.
  • Cefaleas.
  • Problemas dermatológicos (picor, caída de cabello, brotes de psoriasis…).
  • Sentirse desorientado, mareado, confuso. Sensación de irrealidad. Dificultad para respirar, sensación de falta de aire.
  • Palpitaciones cardíacas. Sensación de opresión en el pecho.
  • Tensión arterial descompensada.
  • Garganta y boca seca.
  • Visión borrosa o pérdida de visión.
  • Problemas digestivos (estreñimiento y diarrea). Estómago revuelto o nudo en el estómago. Dificultad para ingerir alimentos. Náuseas.
  • Rechinar los dientes, sobre todo durante la noche. Tensión y/o dolor en la mandíbula y dientes, sobre todo al levantarse.
  • Adormecimiento u hormigueo de algún miembro del cuerpo. Temblores en manos, brazos y/o piernas.
  • Sujeción muy fuerte de objetos. Por ejemplo, agarrar el volante con mucha fuerza.
  • Tensión en partes específicas del cuerpo (nuca, hombros, brazos, cara…).

¿Cómo tratar la ansiedad nerviosa?

En primer lugar, tenemos que salir del estado de supervivencia. La emoción es física, y lo primero que debemos hacer es calmar nuestro cuerpo, para posteriormente calmar nuestros pensamientos. Una de las maneras en que podemos hacerlo, es centrando la atención en nuestra respiración. También cuando estamos muy angustiados podemos echarnos agua en la nuca y en la frente, porque estimula el nervio vago, que ayuda a cambiar el cuerpo para el descanso, la relajación, la recuperación, la regulación de la frecuencia cardiaca y la respiración.

La distracción es un mecanismo de defensa positivo. Tener tareas flow, nos permite estar concentrados, aislarnos mentalmente del entorno y del tiempo. Estas tareas deben presentar un nivel de destreza intermedia, ya que si es demasiado fácil, nuestra mente divaga y si es muy compleja, puede que produzcamos el efecto contrario, y tengamos más ansiedad. Ejemplos: tareas creativas, cocinar, tareas intelectuales, juegos, tocar un instrumento, ordenar, limpiar…

Manejar nuestros pensamientos: dejarlos estar, no juzgarlos, dejar que se vayan y no argumentar entre ellos. El mismo pensamiento puede ayudarnos o ser perjudicial dependiendo del contexto. Por ejemplo: “tengo que ser productivo”, nos ayuda a ser eficaces a nivel laboral, pero puede ser contraproducente si queremos relajarnos en la playa.

Una vez que salimos del estado de supervivencia, podemos dar paso a las emociones creativas. Son las emociones que nos ayudan a conseguir lo que deseamos: la motivación, la ilusión, el entusiasmo, el interés, la curiosidad, la vitalidad… En lugar de pensar en posibles escenarios catastróficos que puedan ocurrir, podemos centrar nuestros pensamientos en lo que queremos que suceda.

En caso de que no podamos por nosotros mismos manejar esta ansiedad, es positivo ponernos en manos de un psicólogo que nos ayude a gestionarla. También puedes consultar nuestra completa guía sobre cómo reconocer y superar la ansiedad.

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