Artículos 17 noviembre 2025

Impacto de la adicción a redes sociales en adolescentes y jóvenes

Belén Díaz Afonso Psicólogo, Psicólogo infantil
Belén Díaz Afonso
Psicólogo, Psicólogo infantil

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Como psicóloga especializada en infancia y adolescencia, he acompañado a numerosos jóvenes en procesos donde el uso de redes sociales ha pasado de ser una herramienta de conexión a convertirse en una fuente de ansiedad, aislamiento o dependencia emocional. Este artículo nace del deseo de ofrecer información clara, útil y empática para familias, docentes y profesionales que buscan comprender mejor esta realidad y actuar desde la prevención.

Crecimiento del uso de redes sociales en la última década

Desde finales de los años 90, las redes sociales han transformado profundamente la forma en que nos comunicamos, especialmente entre adolescentes y jóvenes. En la última década, su uso se ha consolidado como parte del día a día.

Los datos actualizados confirman una tendencia creciente en el uso temprano y frecuente de pantallas entre niños y adolescentes, con implicaciones relevantes para su salud y desarrollo.

  • Acceso temprano: Más del 60% de los niños entre 3 y 6 años usan dispositivos digitales a diario, y 1 de cada 4 lo hace más de tres horas al día, superando las recomendaciones de la OMS.
  • Inicio en internet: El 58% de los menores empieza a usar internet de forma habitual desde los 11 años, y 1 de cada 3 lo hace antes de los 10.
  • Conectividad constante: En España, casi el 90% de los adolescentes se conecta varias veces al día o permanece en línea de forma continua.

Este nivel de exposición diaria ha generado preocupación entre profesionales de la salud mental, educadores y familias. El tiempo prolongado frente a pantallas puede afectar el desarrollo emocional, la calidad del sueño y las habilidades sociales, especialmente en etapas sensibles del crecimiento.

Impacto del uso de pantallas en edades tempranas

El uso de dispositivos digitales no solo impacta a adolescentes y jóvenes, sino que también afecta de forma significativa a niños en etapas tempranas del desarrollo. El uso prolongado y mal gestionado de dispositivos digitales puede tener efectos profundos en el desarrollo infantil y adolescente, afectando la salud física, emocional, cognitiva, social e incluso sexual.

Principales efectos del uso excesivo de pantallas:

  • Reducción del tiempo de descanso y deterioro en la calidad del sueño.
  • Aumento de peso corporal, asociado a una alimentación más calórica y menor actividad física.
  • Molestias oculares frecuentes, como visión borrosa, irritación, picor o lagrimeo, que pueden favorecer el desarrollo de miopía.
  • Dolencias musculares y articulares, especialmente en la espalda y el cuello, por posturas inadecuadas al usar dispositivos.
  • Estados de ansiedad y cambios en la conducta, derivados de la necesidad constante de conexión y la dificultad para aceptar normas o límites.
  • Dificultades para mantener la atención y concentrarse en tareas prolongadas.
  • Reacciones impulsivas y menor tolerancia a la espera o la frustración.
  • Desconexión de las relaciones presenciales, acompañada de una alta comparación social y escasa práctica de habilidades sociales.
  • Exposición a contenidos inapropiados, que pueden inducir comportamientos sexuales de riesgo o generar confusión sobre la sexualidad.
  • Interferencia en el desarrollo neurológico y en los procesos de aprendizaje, especialmente en etapas sensibles del crecimiento.
chicas jovenes sentadas banco aire libre mirando ordenador Usar dispositivos como solución automática al aburrimiento refuerza una dependencia emocional hacia la tecnología.

Dopamina, adicción digital y el papel del aburrimiento

Las redes sociales están diseñadas para estimular el sistema de recompensa del cerebro, generando sensaciones placenteras que nos motivan a seguir interactuando con ellas. Cada “like”, comentario o nuevo contenido genera una pequeña liberación de dopamina, el neurotransmisor asociado al placer, la motivación y la repetición de conductas. Esta estimulación constante puede generar una dependencia conductual, especialmente en adolescentes y niños, cuyo sistema neurológico aún está en desarrollo.

El consumo rápido y fragmentado de contenido en plataformas como TikTok e Instagram favorece la producción de dopamina, lo que refuerza el deseo de seguir conectados y reduce la tolerancia al aburrimiento.

En consulta, es habitual ver que muchos adolescentes recurren a las redes sociales no solo por interés genuino, sino como respuesta automática al aburrimiento. Esta dinámica refuerza el ciclo de dopamina y dificulta el desarrollo de habilidades como la tolerancia a la frustración, la creatividad y la autorregulación emocional.

Además, el uso excesivo de videojuegos, especialmente los violentos, ha demostrado reducir la actividad del lóbulo frontal, región cerebral relacionada con la concentración y el control de impulsos. Esto contribuye al retraso en los procesos madurativos y a una mayor dependencia de estímulos externos para sentirse motivado.

La falta de movimiento físico también disminuye la producción natural de dopamina, lo que incrementa la necesidad de buscarla en entornos artificiales. Cuanto más sedentario es un niño, más vulnerable se vuelve a la adicción tecnológica. A mayor producción artificial, menor capacidad de generar dopamina de forma natural.

Este modelo de gratificación inmediata, propio del entorno digital, condiciona una forma de atención breve, fragmentada y cambiante, que entra en conflicto con las demandas escolares, donde se requiere concentración sostenida.

La tecnología, además, ofrece una versión simplificada y cómoda de la vida real. En los videojuegos, el niño tiene el control, todo es fácil y rápido. En cambio, la vida exige esfuerzo, espera, frustración y adaptación. Esta diferencia puede generar una preferencia por lo virtual y una desconexión emocional y social con el entorno físico.

En definitiva, el abuso de pantallas no solo altera el sistema de recompensa cerebral, sino que modifica la forma en que los niños y adolescentes perciben, procesan y responden al mundo que les rodea.

Formas de gestionar el uso saludable de redes sociales

Establecer un plan digital familiar es una herramienta clave para fomentar el uso consciente, seguro y equilibrado de las tecnologías en casa. A modo de guía, comparto ejemplos de acciones que pueden ponerse en práctica desde la infancia:

  • Para fomentar el uso consciente de la tecnología en casa, la familia puede establecer la norma de apagar todos los dispositivos que no estén en uso. Por ejemplo, si el niño está viendo una película en la Tablet, se apaga la televisión y se guarda el móvil. Además, se evita que use varios aparatos a la vez, como ver vídeos mientras juega en línea. Se fijan tiempos concretos para el uso de pantallas, por ejemplo, una hora después de hacer los deberes y se crea un espacio en casa, como una caja decorada en la entrada, donde todos los miembros de la familia dejan sus dispositivos durante las comidas, el estudio o el tiempo compartido. Este “aparcamiento de dispositivos” ayuda a desconectar, favorece la convivencia y enseña a los niños que la tecnología tiene momentos y límites.
  • Promover el ejercicio físico en familia es una excelente forma de reducir el tiempo frente a pantallas. Por ejemplo, la familia puede establecer la rutina de salir a caminar juntos después de cenar o dedicar los fines de semana a actividades al aire libre como andar en bici, jugar en el parque o hacer senderismo. Durante estos momentos, los dispositivos se dejan en casa o se guardan, lo que favorece la interacción y el movimiento. En casa, se acuerda que los dispositivos se usen en espacios comunes, con buena postura y descansos cada 30 minutos. Además, durante los trayectos en coche, en lugar de usar pantallas, se opta por escuchar música, contar historias o simplemente conversar sobre lo que se ve por la ventana. Estas pequeñas acciones ayudan a equilibrar el uso de la tecnología con hábitos saludables y momentos de conexión familiar.
  • Organizar actividades diarias sin pantallas ayuda a equilibrar el tiempo digital con momentos de conexión y creatividad. Por ejemplo, la familia puede establecer que, después del colegio, se dedique una hora a juegos de mesa, lectura compartida o manualidades. Durante ese tiempo, los dispositivos se guardan en una caja y se evita su uso en espacios como el dormitorio o el baño. En las comidas, todos se comprometen a dejar los móviles fuera de la mesa para conversar y compartir. Además, antes de dormir, se apagan las pantallas al menos una hora antes y se reemplazan por cuentos, música suave o charlas tranquilas, favoreciendo así un descanso más reparador. Estos hábitos refuerzan el vínculo familiar y promueven un uso más consciente de la tecnología.
  • Acompañar activamente a los niños en el uso de la tecnología significa estar presentes y convertirla en una oportunidad para compartir. Por ejemplo, una familia puede dedicar un rato los fines de semana a crear juntos un álbum digital con fotos de momentos especiales, eligiendo imágenes, escribiendo comentarios y decorándolo con dibujos. También pueden hacer búsquedas en internet sobre temas que les interesen, como animales, países o recetas, y conversar sobre lo que encuentran. Antes de acceder a nuevos contenidos, los adultos los revisan para asegurarse de que son adecuados a la edad del niño, evitando que el dispositivo se convierta en una “niñera digital”. Además, aprovechan cada experiencia para hablar sobre lo que ven, cómo se sienten y cómo tratar a los demás en línea, recordando que detrás de cada perfil hay una persona real. Así, se fomenta la creatividad, el pensamiento crítico y la empatía digital desde una relación cercana y consciente con la tecnología.
  • Alimentar la mente con contenido nutritivo. Así como el cuerpo necesita alimentos saludables para mantenerse fuerte y equilibrado, la mente también requiere una nutrición adecuada. En lugar de consumir constantemente “chucherías mentales”, contenidos vacíos, superficiales o repetitivos, es fundamental ofrecerle lo que podríamos llamar “proteína mental”: ideas que eduquen, inspiren y motiven. Leer libros, revistas y artículos que aporten valor, que despierten la curiosidad y que refuercen la autoestima, es una forma de cuidar la salud emocional. Nutrir la mente con información edificante nos ayuda a sentirnos más felices, seguros y conectados con nuestro entorno. Cultivar este hábito en niños y adolescentes es clave para desarrollar pensamiento crítico, creatividad y bienestar psicológico. Elegir bien lo que consumimos digitalmente es tan importante como elegir bien lo que comemos.

Las revisiones periódicas junto a los hijos permiten detectar riesgos sin invadir su intimidad. Si surgen dificultades, no hay que dudar en buscar ayuda profesional.

En consulta, muchos padres comentan que sus hijos usan pantallas “solo cuando se aburren” y que el contenido es infantil. Sin embargo, es importante explicar que,aunque el contenido sea aparentemente inofensivo, el problema no radica solo en lo que ven, sino en cuándo y por qué lo ven. Usar dispositivos como solución automática al aburrimiento refuerza una dependencia emocional hacia la tecnología, impide que los niños desarrollen tolerancia a la espera y limita su capacidad para generar ideas propias o jugar de forma autónoma. Incluso los vídeos sin sentido, como compilaciones repetitivas o contenidos hipnotizantes, activan el sistema de recompensa del cerebro, generando placer inmediato y fomentando una conducta adictiva. Por eso, más allá de controlar el contenido, es fundamental enseñar a los niños a gestionar el aburrimiento sin recurrir siempre a una pantalla.

Desde mi experiencia clínica, hablar abiertamente sobre el uso de redes sociales con niños y adolescentes no solo ayuda a prevenir riesgos, sino que también fortalece el vínculo familiar y la confianza. No se trata de prohibir, sino de acompañar, educar y ofrecer alternativas saludables.

Si este artículo te ha hecho reflexionar, te invito a compartirlo y seguir explorando recursos que promuevan el bienestar emocional en la era digital. Además, también puedes consultar este artículo: El impacto de las redes sociales en la salud mental de los adolescentes . Pide cita con un psicólogo si crees que puedes estar sintiendo adicción a las redes sociales.

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