Descubrimos a mi hija de 10 besándose con su prima de 9, después de confrontarlas supimos que se han
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Descubrimos a mi hija de 10 besándose con su prima de 9, después de confrontarlas supimos que se han besado sus geniales y que esta conducta tiene ya tiempo ocurriendo, estoy muy frustrada, enojada y con miedo no se como reaccionar ni que acciones tomar porque vivimos todos juntos
Buenas tardes. Entiendo cómo se siente. Lo más adecuado sería establecer con ellas unas pautas psicoeducativas sobre sexualidad adaptadas a su edad. Ellas pueden estar teniendo estos comportamientos porque están explorando y no tienen bien definidos los límites de lo que es adecuado y de lo que no. Por ello es necesario hacer un proceso psicoeducativo sobre esto. Espero que le sea de utilidad. Un saludo.
aunque parece muy fuerte, estan explorando. Hay que estar un poco encima, pero no tiene porque ser algo grave. son inquietudes
Gracias por confiar en este espacio para hablar de algo tan delicado. La situación que describes puede ser impactante y entiendo que como madre te haya generado mucha preocupación. Es normal que te sientas confusa y frustrada. A esta edad, las conductas de exploración pueden ocurrir entre pares cercanos, pero cuando se repiten de manera reiterada, es importante abordarlas con calma y claridad (no olvides que tú eres la adulta). No se trata de castigar, sino de establecer límites claros, hablar sobre privacidad, el cuerpo y el consentimiento, y buscar apoyo de un psicólogo para entender el contexto y abordar la situación de manera exhaustiva. La clave es actuar con contención, no con miedo ni juicio. Un abrazo
Entiendo que estés sintiendo frustración, miedo y confusión. Es una reacción totalmente comprensible cuando se trata de temas tan sensibles y relacionados con el desarrollo de los hijos.
Lo primero que quiero transmitirte es que en la infancia —especialmente entre los 8 y 12 años— es común que los niños y niñas exploren de forma inocente a través del juego, la curiosidad y el contacto con personas cercanas. En muchos casos, estos comportamientos no tienen una intención sexual como la que podría tener un adulto, sino que responden a un proceso natural de descubrimiento corporal y afectivo.
Ahora bien, cuando esta exploración es repetitiva, sostenida en el tiempo o empieza a generar malestar (como en vuestro caso), es importante abordarla con cuidado y guía. La clave está en no reaccionar con castigo ni con vergüenza, ya que eso puede generar confusión o culpa en las niñas, sino más bien en abrir un espacio de diálogo seguro en el que puedan entender, poco a poco, lo que ha ocurrido y por qué ciertos comportamientos no son adecuados en ese contexto.
Algunas recomendaciones concretas:
Habla con ambas niñas de forma calmada y sin juicios, transmitiéndoles que pueden hablar contigo sin miedo, pero explicándoles con claridad que hay normas y límites sobre el cuidado del cuerpo propio y el de los demás.
Refuerza la educación emocional y afectiva: ayúdalas a nombrar emociones, poner límites, diferenciar entre cariño, juego, privacidad e intimidad. Esto es parte del desarrollo saludable.
Supervisa discretamente el contexto familiar: dado que vivís todos juntos, es importante garantizar espacios donde cada niña tenga intimidad adecuada, pero también cierto grado de supervisión mientras integran mejor estos límites.
Consulta con un/a psicólogo/a sanitario o infantojuvenil, que pueda valorar con más detalle lo que ha ocurrido y ayudaros a abordarlo de forma preventiva, sin dramatizar, pero con responsabilidad.
Tu papel ahora es fundamental: acompañar, orientar y proteger, sin que el miedo o la vergüenza impidan abordar esta situación como una oportunidad de aprendizaje para todos.
Lo primero que quiero transmitirte es que en la infancia —especialmente entre los 8 y 12 años— es común que los niños y niñas exploren de forma inocente a través del juego, la curiosidad y el contacto con personas cercanas. En muchos casos, estos comportamientos no tienen una intención sexual como la que podría tener un adulto, sino que responden a un proceso natural de descubrimiento corporal y afectivo.
Ahora bien, cuando esta exploración es repetitiva, sostenida en el tiempo o empieza a generar malestar (como en vuestro caso), es importante abordarla con cuidado y guía. La clave está en no reaccionar con castigo ni con vergüenza, ya que eso puede generar confusión o culpa en las niñas, sino más bien en abrir un espacio de diálogo seguro en el que puedan entender, poco a poco, lo que ha ocurrido y por qué ciertos comportamientos no son adecuados en ese contexto.
Algunas recomendaciones concretas:
Habla con ambas niñas de forma calmada y sin juicios, transmitiéndoles que pueden hablar contigo sin miedo, pero explicándoles con claridad que hay normas y límites sobre el cuidado del cuerpo propio y el de los demás.
Refuerza la educación emocional y afectiva: ayúdalas a nombrar emociones, poner límites, diferenciar entre cariño, juego, privacidad e intimidad. Esto es parte del desarrollo saludable.
Supervisa discretamente el contexto familiar: dado que vivís todos juntos, es importante garantizar espacios donde cada niña tenga intimidad adecuada, pero también cierto grado de supervisión mientras integran mejor estos límites.
Consulta con un/a psicólogo/a sanitario o infantojuvenil, que pueda valorar con más detalle lo que ha ocurrido y ayudaros a abordarlo de forma preventiva, sin dramatizar, pero con responsabilidad.
Tu papel ahora es fundamental: acompañar, orientar y proteger, sin que el miedo o la vergüenza impidan abordar esta situación como una oportunidad de aprendizaje para todos.
Entiendo completamente tu preocupación; es natural que te sientas confundida, frustrada o incluso con miedo ante una situación como esta. A los 9 y 10 años, los niños y niñas suelen atravesar una etapa de curiosidad sobre el cuerpo, las emociones y las relaciones. En la mayoría de los casos, este tipo de comportamientos no tienen una connotación sexual adulta, sino que surgen de la exploración infantil y del deseo de entender mejor el mundo que los rodea.
Aun así, es importante acompañarlas de forma adecuada para evitar que se repita sin supervisión y, sobre todo, para que aprendan a establecer límites sanos y respetuosos. Lo más importante es evitar reacciones impulsivas o que generen culpa. En lugar de regañarlas o avergonzarlas, lo ideal es abrir un diálogo tranquilo y claro donde se pueda hablar sobre el respeto hacia el propio cuerpo y el de los demás, el consentimiento, y las diferencias entre las muestras de afecto familiares y las expresiones que corresponden a otros tipos de relaciones.
También es fundamental mantener cierta supervisión en sus interacciones, no desde el castigo, sino desde el acompañamiento y el establecimiento de límites adecuados a su edad. Sería conveniente además explorar si han estado expuestas a contenidos inadecuados o de tipo sexual, ya sea a través de internet, televisión o terceros, ya que eso puede influir en el tipo de curiosidad que están mostrando.
Por último, buscar orientación profesional puede ser de gran ayuda. Un psicólogo o psicóloga infantil podrá valorar el contexto familiar, orientar sobre cómo abordar las conversaciones con ambas niñas y trabajar la educación emocional y la prevención desde un enfoque saludable.
Espero haberte podido ayudar.
Aun así, es importante acompañarlas de forma adecuada para evitar que se repita sin supervisión y, sobre todo, para que aprendan a establecer límites sanos y respetuosos. Lo más importante es evitar reacciones impulsivas o que generen culpa. En lugar de regañarlas o avergonzarlas, lo ideal es abrir un diálogo tranquilo y claro donde se pueda hablar sobre el respeto hacia el propio cuerpo y el de los demás, el consentimiento, y las diferencias entre las muestras de afecto familiares y las expresiones que corresponden a otros tipos de relaciones.
También es fundamental mantener cierta supervisión en sus interacciones, no desde el castigo, sino desde el acompañamiento y el establecimiento de límites adecuados a su edad. Sería conveniente además explorar si han estado expuestas a contenidos inadecuados o de tipo sexual, ya sea a través de internet, televisión o terceros, ya que eso puede influir en el tipo de curiosidad que están mostrando.
Por último, buscar orientación profesional puede ser de gran ayuda. Un psicólogo o psicóloga infantil podrá valorar el contexto familiar, orientar sobre cómo abordar las conversaciones con ambas niñas y trabajar la educación emocional y la prevención desde un enfoque saludable.
Espero haberte podido ayudar.
Expertos
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