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Ansiedad: El Silencio que Habita en Muchos Hoy
Y cómo acompañarlo con cuidado, claridad y compasión
En los últimos años, la ansiedad se ha convertido en una de las consultas más frecuentes en psicología en España. No es casualidad. Vivimos tiempos de sobreestimulación, de exigencias invisibles, de comparaciones constantes. Tiempos que a menudo nos empujan a hacer más, rendir más, mostrar más... mientras internamente nos sentimos cada vez más desconectadas, tensas o superadas por la vida.
Según datos recientes, más del 27% de la población española ha buscado apoyo psicológico en el último año, siendo los síntomas de ansiedad (dificultad para dormir, pensamientos acelerados, presión en el pecho, sensación de desborde...) uno de los principales motivos. Y aunque muchas personas los sufren, no siempre saben cómo nombrarlos, cómo pedir ayuda o si lo que sienten es “suficientemente grave” como para hablarlo con alguien.
Pero la ansiedad no siempre grita. A veces susurra. Se disfraza de mal humor, de agotamiento constante, de hiperproductividad, de insomnio o incluso de esa dificultad para simplemente parar.
Es importante saber que no estás sola. Que lo que te pasa tiene sentido. Y que puede ser acompañado.
En consulta, suelo ver cómo, tras ese primer paso de pedir ayuda, empieza a surgir un alivio silencioso. Como si el cuerpo soltara un poco de esa tensión que ha estado sosteniendo durante meses o incluso años. La ansiedad no desaparece de un día para otro, pero puede entenderse, regularse y, sobre todo, ser vivida con más amabilidad y menos juicio.
Lo esencial es crear un espacio donde puedas ser escuchada sin prisas. Un lugar donde no haga falta justificar lo que sientes, ni minimizarlo, ni explicarlo desde la lógica. A veces, lo que más necesitamos no es una solución rápida, sino una escucha presente que nos ayude a reconectar con nosotras mismas, con lo que duele y con lo que importa.
Si estás leyendo esto y algo de ti se ha sentido reflejado, tal vez sea el momento de regalarte un espacio propio. Un tiempo para bajar el ruido, escuchar tu cuerpo y empezar a comprenderte con más claridad.
A veces, el camino hacia dentro es el que más cuesta iniciar. Pero también puede ser el más liberador.
¿Y si el primer paso fuera simplemente permitirte sentir lo que estás sintiendo, sin juzgarlo?
Estoy aquí si necesitas acompañamiento.
20/05/2025