
El eccema es un proceso inflamatorio (dermatitis) que afecta a la piel y produce picor. La causa más frecuente es la dermatitis atópica. En función de la fase evolutiva, el eccema puede ser agudo o crónico. El eccema agudo se caracteriza por rojez brillante, hinchazón, vesículas, pápulas, exudado y costras. En cambio, en el eccema crónico observamos rojez apagada, descamación, acentuación de los pliegues cutáneos, engrosamiento de la piel y fisuras.
Existen tres grandes causas de eccema: dermatitis atópica, dermatitis seborreica y la dermatitis de contacto (irritativa o alérgica). En este artículo nos vamos a centrar en la dermatitis atópica.
La dermatitis atópica es la dermatosis inflamatoria crónica más frecuente afectando al 13% de los niños y 5% de los adultos en todo el mundo.1 Se caracteriza por el prurito y la aparición de eccemas de forma recurrente y/o crónica. Existe un componente genético importante que determina una disfunción en la barrera cutánea y una alteración en la relación con el sistema inmune. Se asocia con frecuencia con otras enfermedades atópicas como la alergia alimentaria, la rinoconjuntivitis alérgica, el asma y la esofagitis eosinofílica.
A continuación vamos a explicar distintas recomendaciones útiles para que aquellos pacientes que sufren de eccema puedan prevenir los brotes, reducir la frecuencia y severidad de estos y usar la menor medicación posible.
El uso de cremas emolientes en una piel atópica es esencial para mantener una piel sana. Los emolientes mejoran la función barrera estimulando la reparación (niacinamida, pantenol, vitamina E, ceramidas, etc), disminuyendo la eliminación transepidérmica de agua (urea, glicerina, ácido hialurónico, etc), reforzando la barrera lipídica (aceites, vaselina, etc) y restableciendo la microbiota cutánea normal (prebióticos, probióticos y postbióticos). Deben evitarse productos con alto contenido en perfumes, lanolina (alcoholes de la lana) y conservantes como la metilisotiazolinona por el riesgo de desarrollar una alergia cutánea.
La frecuencia recomendada es de una vez al día, preferiblemente después del baño. Cuando la piel presenta eccemas puede ser intolerante a los emolientes. En esta situación, es recomendable reducir la inflamación previamente con los tratamientos antiinflamatorios.2
La piel debe limpiarse a fondo pero con suavidad y cuidado, para eliminar las costras y bacterias invasoras que estén colonizando la piel o produciendo una sobreinfección. Se debe insistir en la cara, pliegues y zona perianal. Se recomienda evitar el jabón, que es un detergente con pH alcalino y puede emulsionar la película hidrolipídica de la piel. Se recomienda el uso de aceite, gel o crema limpiadora, syndet (detergente sintético) o pan dermatológico.
Usar productos que no contengan perfumes (cuidado con los aceites esenciales que son sustancias perfumantes), con un pH entre 5 y 6, y un adecuado contenido en lípidos. La temperatura del agua que recomiendan las guías debe estar entre los 27 y 30ºC, y la duración no debe sobrepasar los 5 minutos. El baño se considera más beneficioso que la ducha o lavado, especialmente en los lactantes y niños. La frecuencia sigue siendo motivo de debate. Estudios recientes mostraron que el baño diario no agrava la dermatitis atópica y puede reducir el picor.3 Se debe realizar una segunda ducha durante el día si se ha realizado otra actividad (deporte, playa…), pero esta vez tan solo agua corriente. El secado hay que realizarlo a toquecitos y por empapamiento, evitando el frotamiento y el secado espontáneo. Los baños con lejía diluida (hipoclorito sódico 0,005%) pueden ser útiles para pacientes con frecuentes eccemas infectados. A nivel del cuero cabelludo, se recomienda usar champú dermatológico y realizar el lavado por las noches para eliminar los irritantes y alérgenos (polen, ácaros del polvo, etc). Muy importante mantener las uñas cortas para evitar el daño al rascarse y el riesgo de sobreinfección.
Los consejos previos son extrapolables para el lavado de manos. La mayor frecuencia de lavado nos obligará a incrementar la frecuencia de aplicación de emolientes. Importante recalcar que los geles hidroalcohólicos son preferibles al excesivo lavado de manos con agua caliente y jabón. Es preferible el formato gel a las soluciones. En las fases de brote hay que evitarlos hasta controlar la inflamación.
La teoría de un eje intestino-piel sugiere que existe una conexión entre la salud de la flora intestinal y la piel. Cuando nuestra flora intestinal no es la adecuada, se pueden liberar sustancias proinflamatorias que pasarán del intestino al torrente sanguíneo estimulando el sistema inmunológico y por lo tanto, agravando enfermedades como la dermatitis atópica.
Probióticos como Lactobacillus y Bifidobacterium, presentes en el yogur, alimentos fermentados (kéfir) y suplementos, mejoran la salud de la flora intestinal reduciendo la inflamación sistémica y mejorando la función barrera de la piel. Existen suplementos orales con probióticos que han demostrado en ensayos clínicos reducir la frecuencia y severidad de los brotes, y la necesidad de usar corticoides.
Los prebióticos presentes en alimentos como el ajo, cebolla y plátanos proporcionan nutrientes para las bacterias beneficiosas.4
La alteración de la flora cutánea normal (microbiota) se ha relacionado con brotes de dermatitis. Por este motivo, se han diseñado emolientes que presentan postbióticos en su composición que podrían ayudar a mejorar la microbiota cutánea y reducir la presencia de Staphylococcus aureus y otras especies patógenas.
Los irritantes y/o alérgenos son una causa frecuente de eccemas en un paciente atópico. Los pacientes atópicos tienen hasta 4 veces más riesgo de desarrollar eccema en las manos que la población general. Por lo tanto, se recomienda evitar perfumes, reducir y/o evitar tintes capilares y la manicura, reducir y/o evitar maquillaje (preferiblemente hipoalergénico), evitar accesorios que contengan metales (níquel, cobalto) y usar guantes (algodón o nitrilo) para labores que supongan una exposición a irritantes (limpieza, bricolaje, jardinería, cocina, etc.).
En los pacientes con alergia respiratoria (asma, rinitis y/o conjuntivitis) a neumoalérgenos (ácaros, esporas de hongos, epitelio de animales, etc.) es necesario reducir la exposición mediante la limpieza periódica y el uso de filtros HEPA porque a nivel cutáneo pueden generar inflamación y desencadenar brotes.
Los atópicos presentan mayor prevalencia de alergias alimentarias. Las más frecuentes son a la leche de vaca, huevo, cacahuete, soja, trigo, pescado y marisco. Estos alimentos contienen proteínas específicas, como la caseína de la leche de vaca y el ovomucoide de los huevos, capaces de desencadenar respuestas inmunitarias en personas susceptibles.
Si se sospecha clínicamente de algún alimento, se procederá en primer lugar a realizar los pertinentes estudios alergológicos (prick, IgE específica y/o prueba de tolerancia oral) para confirmar o descartar una alergia. En caso de resultado negativo, se puede probar a retirar de la dieta durante un periodo de tiempo para ver si el curso mejora. En ocasiones, algunos alimentos pueden desencadenar brotes de eccema a través de otros mecanismos inmunológicos distintos a la alergia IgE mediada.
Se recomienda una dieta rica en alimentos de origen vegetal (frutas, verduras, frutos secos, semillas y cereales integrales) que son ricos en antioxidantes, vitaminas, minerales (zinc y selenio) y ácidos grasos omega 3 que ayudan a reforzar la función barrera de la piel y reducir la inflamación.5 En cambio, se recomienda reducir y/o evitar los alimentos con alto índice inflamatorio dietético: alimentos procesados (bollería industrial, snacks, alimentos precocinados), azúcares refinados (bebidas azucaradas, dulces, golosinas), grasas saturadas y trans (embutido, carne roja, aceite de girasol y maíz), harinas refinadas y alcohol.
Los ácidos grasos tipo omega 3 han demostrado producir un efecto antiinflamatorio. En cambio, los ácidos grasos tipo omega 6 pueden ejercer un efecto proinflamatorio. Un buen balance entre estos dos ácidos grasos (favorable a los omega 3) puede ayudar a tener menos actividad inflamatoria en la piel.4 Algunos de los alimentos ricos en omega 3 son el pescado azul, aceite de lino, chía, aguacate y frutos secos (nueces).
Las vitaminas más relacionadas con el buen funcionamiento de la piel y la menor actividad inflamatoria en los pacientes con dermatitis atópica son la vitamina D, C, E, A y B6 (piridoxina).
La actividad física regular es beneficiosa para la salud y también es recomendable en los pacientes atópicos. Hay que tener en cuenta que la sudoración es un irritante que puede generar eccema y picor en los atópicos. Es recomendable retirar el sudor lo antes posible y utilizar ropa hipoalergénica y transpirable.
El estrés es una de las causas de brotes de eccema en los pacientes atópicos. Aprender a gestionarlo y emplear estrategias de prevención y control puede reducir la intensidad y frecuencia de los brotes.
Diversos estudios muestran que los pacientes que fuman o son fumadores pasivos presentan más riesgo de desarrollar dermatitis atópica, formas más graves y desencadenar brotes. Por lo tanto, dejar de fumar puede reducir la severidad y la frecuencia de los brotes de eccema.
El eccema es una afección dermatológica muy frecuente que puede afectar a la calidad de vida de los pacientes que la sufren. La evidencia científica actual nos enseña que medidas debemos adoptar en el día a día si queremos intervenir en la aparición de los eccemas. El uso continuado de emolientes, la limpieza diaria con productos adecuados, llevar una alimentación saludable y equilibrada basada en alimentos de origen vegetal y pescado azul, evitar el contacto con irritantes y alérgenos, dejar de fumar y el control del estrés se antojan medidas fundamentales para mantener una piel sana. En las personas con formas leves de dermatitis atópica puede ser suficiente para prevenir los brotes de eccema sin necesidad de tratamiento. En las formas moderadas-graves actuará como un perfecto complemento al tratamiento farmacológico, reduciendo el uso de este y ayudando a reducir la frecuencia y/o intensidad de los brotes.
Referencias
La publicación del presente artículo en el Sitio Web de Doctoralia se hace bajo autorización expresa por parte del autor. Todos los contenidos del sitio web se encuentran debidamente protegidos por la normativa de propiedad intelectual e industrial.
El Sitio Web de Doctoralia Internet S.L. no contiene consejos médicos. El contenido de esta página y de los textos, gráficos, imágenes y otro material han sido creados únicamente con propósitos informativos, y no para sustituir consejos, diagnósticos o tratamientos médicos. Ante cualquier duda con respecto a un problema médico consulta con un especialista.