Fear of Missing Out o FOMO (miedo a perderse algo, a estar ausente), es un concepto introducido en el año 2000 por Herman, en un estudio de investigación de nuevas tendencias de marketing. En ese estudio, Herman (2000) indicaba que el consumidor había cambiado, y que, en esos momentos, el perfil del consumidor era el de una persona que se movía por una nueva motivación básica: la ambición de explorar todas las posibilidades y el miedo a perderse algo. Este nuevo perfil era, según Herman, una de las causas de la crisis de marketing que se estaba viviendo en aquellos momentos.
Relacionado con esta motivación básica, se encuentra el fenómeno conocido como “Keeping up with the Joneses”, que nos dirige hacia las conductas de comparación con los vecinos, entendiendo a los vecinos como los elementos adecuados para hacer una valoración de nuestro valor social y cultural.
En el año 2004, McGinnis escribe una columna de humor en la revista HARBUS, donde acuña el acrónimo FOMO (que registró como marca en 2022) para describir la sensación de ansiedad persistente que tenía en el campus de Harvard. Esa sensación de ansiedad derivaba de la idea de que no importaba lo que eras o lo que estabas haciendo, algo mejor estaba sucediendo en alguna otra parte.
También desarrolló el concepto “Fear of a Better Option” (FOBO), como lo contrario a FOMO. Si FOMO te impulsa a hacer, FOBO es la parálisis por el análisis, una conducta en la que todo queda abierto y no se toman decisiones, porque siempre habrá alguna opción mejor.
El término se empezó a usar de manera extensiva, primero en los entornos académicos de negocios, y, con el auge de internet, se extiende de manera global. Actualmente figura en el diccionario Oxford (2025) y en el Merriam-Webster (2025). La definición en el diccionario Oxford está vinculada a las redes sociales, mientras que la del Merriam-Webster no.
Aunque McGinnis introduce el acrónimo, no da en ese momento una definición concreta del mismo, que sí da a posteriori, y que se puede encontrar en su web (2025), considerando que alude a dos cuestiones diferentes. Por un lado, la ansiedad provocada por la percepción, muchas veces agravada por las redes sociales, de que los demás están teniendo experiencias más satisfactorias que las nuestras, y por otro lado, una presión social que surge como resultado de que te perderás, o serás excluido, de experiencias sociales positivas o memorables.
La psicología como ciencia es dependiente de la cultura y de la sociedad, y, por tanto, muchos de los conceptos y teorías evolucionan con el tiempo, con el fin de poder recoger las conductas que producen malestar individual o colectivo, y ver las maneras de poder intervenir sobre ellas para aliviar ese malestar. En ese sentido, es en el año 2013 cuando se realiza una propuesta de estudio del FOMO desde la psicología (Przybylski et al, 2013), proponiendo la aplicación de una teoría de la autodeterminación desarrollada por Ryan y Deci (2000). Esta propuesta vincula el FOMO con el uso de las redes sociales.
Y es desde el año 2013 desde el que se están dedicando cada vez más recursos de investigación, disponiendo ya de alguna revisión sistemática sobre el concepto (2020). La revisión sistemática más reciente apunta a que es necesario dedicar todavía muchos recursos y esfuerzos para entender bien, desde un análisis funcional de la conducta, cuáles serían los factores antecedentes, los mantenedores, y las consecuencias de dicha conducta, entendiendo el FOMO como una conducta.
Por tanto, hoy en día, aunque es un término que se utiliza cada vez más, no está recogido como trastorno en los manuales de diagnóstico más utilizados en la comunidad científica, ni en DSM-5 revisado, ni en el CIE-11.
Como se ha mencionado, el término y el concepto surgieron en una época en donde no existían las redes sociales. El miedo a quedarse fuera es un miedo tan antiguo como la humanidad, y alude al ostracismo, al estar solo, excluido del grupo, excluido de la sociedad. Este miedo va emergiendo de distintas formas a medida que va evolucionando la cultura y la sociedad, y por tanto el entorno.
No podemos olvidar que las personas somos dependientes del contexto, del entorno, del grupo, y que, si cambia alguna cuestión, vamos a tratar de adaptarnos. En el mundo actual, tan tecnológico, la cultura, la sociedad, la pertenencia, quedan muy mediadas por la tecnología. Gran parte de la sociedad se gesta online, gran parte de la cultura se hace online, y, por tanto, la pertenencia se liga al medio online. Y es ahí, entonces, donde emerge este miedo a quedar fuera.
Este miedo se mezcla con otras emociones que son suscitadas por los tipos de contenido que se comparten en online, donde no hay tanto una muestra de la realidad, como una muestra idílica de la realidad, omitiendo en gran medida lo difícil. La persona que ve el contenido idílico y lo compara con su propia vida, puede llegar a sufrir por evidenciarse un choque importante, generando distintas emociones en función de cómo sea la persona: envidia, tristeza, frustración, impotencia, culpa, que, en conjunto con el miedo a quedarse fuera, pueden llegar a ser un cóctel importante que impacte de manera severa en la salud mental y en la vida en general. A este cóctel se le añade un tercer componente, la presión por ser positivo de manera constante y la presión que nos traslada como obligación el disfrutar de la vida al máximo.
Por tanto, desde esta perspectiva, las redes sociales actúan como un gran amplificador de un miedo que es ancestral y lógico, ya que solos es difícil sobrevivir. Esta amplificación de un miedo natural produce un miedo con cuatro aspectos fundamentales: social, emocional, cognitivo y conductual (Gupta y Sharma, 2021).
Desde su aspecto social, se puede entender derivado de la necesidad de pertenencia, y la formación de relaciones personales significativas y fuertes. Desde su componente emocional, se entiende como un estado emocional difícil para la persona, derivado de la insatisfacción de dicha necesidad de pertenencia. Desde su componente cognitivo, se evidencia con presencia de rumiaciones negativas que provocan ansiedad a la persona, que termina realizando conductas compulsivas para comprobar y refrescar las notificaciones recibidas en redes sociales.
Según Tandon et al (2021), los estudios que se han realizado desde la investigación vinculan el FOMO a redes sociales y no tanto a la tecnología, y a los factores sociales, contextuales, e individuales, y sería muy necesario ampliar la perspectiva y poder analizarlo adecuadamente.
Aunque no se ha estudiado de manera extensa, sí existen estudios que revelan algunos de los impactos que tiene el FOMO en las distintas áreas de la vida. Al ser una conducta vinculada a la ansiedad, impacta en todas las áreas de la vida, incluyendo la salud. En cuestiones de salud mental, los estudios disponibles muestran que repercute de manera negativa a nivel emocional, a nivel fisiológico y a nivel conductual (Gupta y Sharma, 2021).
A nivel emocional, generando estados de ansiedad y depresión importantes. A nivel fisiológico, generando niveles de estrés elevados, y a nivel conductual, desarrollando conductas compulsivas, adictivas (hacia el alcohol y las drogas), y conductas de evasión del contacto social en persona. Algunas investigaciones vinculan el FOMO en este sentido con desórdenes adictivos en el uso de internet (Bekman, 2022).
También puede afectar a la conducta de sueño, encontrándose directamente relacionado con el desarrollo de insomnio y de pobre calidad del sueño, alterando los ritmos circadianos, aumentando el período de latencia y disminuyendo la duración del sueño.
Todas estas alteraciones producen, consecuentemente, una disminución de la productividad, y del desempeño, bien sea en el trabajo, en los estudios, o en las actividades de la vida diaria, pudiendo llegar a afectar a la capacidad cognitiva.
Se han encontrado también evidencias que vinculan el FOMO con la construcción de un autoconcepto pobre y una autoestima baja (Buglass et al, 2017).
Por último, se están sugiriendo investigaciones que traten de averiguar si el número de horas que una persona pasa conectado, en particular si esa persona es un niño o un adolescente, puede afectar y ayudar a precipitar, incluso, trastornos del neurodesarrollo (Gupta y Sharma, 2021).
Como se ha mencionado, se necesita más investigación para poder abordar y entender adecuadamente el FOMO desde la psicología. Aun así, con los datos disponibles, se pueden identificar los siguientes grupos de mayor vulnerabilidad.
Para reducir el impacto, no se trata tanto de bloquear las redes sociales, o de abstenerse del uso de la tecnología, sino de encontrar la manera de usar, tanto las redes sociales como la tecnología de manera responsable.
El uso responsable está directamente relacionado con entender que necesitamos cuidarnos, y que el cuidado de uno mismo es la primera responsabilidad que debemos desarrollar. Cuidarse a uno mismo significa darse cuenta de que vivir la vida al máximo implica dormir, descansar, no hacer nada, y, a veces, estar solo, ya que tenemos una energía finita que necesitamos recargar. Si no recargamos energía, al final no habrá experiencias que vivir.
También está directamente relacionado con entender que cada persona es única y singular, que cada uno tiene algo en lo que es bueno, y que la mejor vida que podamos darnos tiene que ver con el desarrollo de eso en lo que somos buenos, y no dándonos una vida de imitación de los otros.
Por último, también está directamente relacionado con darse cuenta de que la vida real está en otro lado, sucede en persona, y que lo mejor sucede en las conexiones reales, mirada con mirada, cuerpo con cuerpo, en la conversación, en la escucha, y en el acompañamiento. Que todo positivo es igual de tóxico que todo negativo. Que estamos en un universo ondulatorio y que la vida sucede en ciclos, en altos y bajos que vamos a tener que navegar. Y es ahí donde la vida sucede, y donde las personas nos damos cuenta de nuestra valía y de nuestra humanidad.
Todas estas cuestiones se pueden tratar de manera efectiva con intervenciones terapéuticas como la terapia cognitivo-conductual. En los últimos años se ha desarrollado por algunos autores un método específico,** FOMO-R** (sin evidencia científica por el momento) que se aplica en seis fases (Alutaybi et al, 2020).
Referencias
Alutaybi, A., Al-Thani, D., McAlaney, J., y Ali, R. (2020). Combating Fear of Missing Out (FoMO) on Social Media: The FoMO-R Method. International journal of environmental research and public health, 17(17), 6128
Bekman, M. (2022). Interaction of Internet Addiction with FoMO: The Role of Digital Media. En E. Öngün, N. Pembecioğlu, y U. Gündüz (Eds.), Handbook of Research on Digital Citizenship and Management During Crises (pp. 116-133). IGI Global Scientific Publishing.
Buglass, S. L., Binder, J. F., Betts, L. R., y Underwood, J. D. M. (2017). Motivators of online vulnerability: The impact of social network site use and FOMO. Computers in Human Behavior, 66.
FOMO Authority (2025). More Than 30 Mega-Phenomena That FOMO Affects. Recuperado de More Than 30 Mega-Phenomena That FOMO Affects - FOMO Authority (https://fomoauthority.com/more-than-30-mega-phenomena-that-fomo-affects)
Gupta, M., y Sharma, A. (2021). Fear of missing out: A brief overview of origin, theoretical underpinnings and relationship with mental health. World Journal of Clinical Cases, 9(19).
Harvard Business School (2023). How FOMO Became a Fixture. Recuperado de How FOMO Became a Fixture - Alumni - Harvard Business School (https://www.alumni.hbs.edu/stories/Pages/story-bulletin.aspx?num=9169)
Herman, D. (2000). Introducing Short-term Brands: A New Branding Tool for a New Consumer Reality, Journal of Brand Management (https://www.researchgate.net/journal/Journal-of-Brand-Management-1479-1803)7(5).
Merriam-Webster (2025). FOMO. Recuperado de FOMO Definition & Meaning - Merriam-Webster
McGinnis, P. (2025). History of FOMO. Recuperado de Downloadable - History of Fomo - Patrick J. McGinnis (https://patrickmcginnis.com/downloadable-history-of-fomo/)
Oxford Dictionary (2025). FOMO. Recuperado de FOMO, n. meanings, etymology and more | Oxford English Dictionary (https://www.oed.com/dictionary/fomo_n?tl=true&tab=factsheet)
Przybylski, A. K., Murayama, K., DeHaan, C. R., y Gladwell, V. (2013). Motivational, emotional, and behavioral correlates of fear of missing out. Computer Human Behaviour, 29.
Ryan, R. M., y Deci, E. L. (2000). Self-determination theory and the facilitation of intrinsic motivation, social development, and well-being. American Psychology, 55(1)
Tandon, A., Dir, A., Almugren, I., Naif, G., Mäntymäki, M. (2021). Fear of missing out (FoMO) among social media users: a systematic literature review, synthesis and framework for future research. Internet Research, 31(3).
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