Artículos 01 diciembre 2025

Comparación social y adicción a redes: cómo afecta la percepción de uno mismo

Alberto Soria Psicólogo, Sexólogo
Alberto Soria
Psicólogo, Sexólogo

Regístrate como paciente en Doctoralia y reserva cita de forma rápida y sencilla

Las redes sociales forman parte de la vida cotidiana: nos informan, conectan y entretienen. Sin embargo, también pueden distorsionar la forma en que nos vemos a nosotros mismos. La comparación social constante (compararnos con la vida, el cuerpo, la pareja o los logros de otras personas) y ciertos mecanismos adictivos propios de las plataformas (notificaciones intermitentes, “me gusta”, scroll infinito) pueden afectar al estado de ánimo, a la autoestima e incluso a nuestras relaciones.

En este artículo explicaré, con un lenguaje cercano y basado en mi práctica clínica, cómo se entrelazan la comparación social y el uso problemático de redes, qué señales conviene vigilar y qué estrategias concretas pueden ayudarte a recuperar una relación más sana con la tecnología.

1) ¿Por qué nos comparamos tanto en redes?

La psicología social describe dos direcciones de comparación que, en el ecosistema digital, se acentúan por el formato visual y la edición constante de contenidos:

  1. Comparación ascendente: miramos a quien percibimos “por encima” (más éxito, atractivo o recursos). Puede motivarnos, pero en redes tiende a erosionar la autoestima si es constante y sin contexto. Para una parte de los pacientes, esta exposición prolongada se traduce en ideas de inferioridad y frustración por expectativas poco realistas.
  2. Comparación descendente: miramos a quien creemos “peor” que nosotros. A corto plazo puede aliviar, pero fomenta juicios rígidos y poco realistas. Además, refuerza la necesidad de comprobar continuamente ‘cómo voy respecto a los demás’, lo que termina alimentando el bucle.

En redes sociales, la muestra no es representativa: vemos “highlights” editados, filtros, hábitos de consumo o cuerpos que no reflejan la media. El cerebro, sin embargo, procesa esas imágenes como si fueran el “estándar”. El resultado es doble: sesgo de disponibilidad (lo que más vemos nos parece más frecuente) y falacia de proyección (creer que los demás viven así todo el tiempo). En consulta observo que cuando se combina comparación ascendente crónica con épocas de estrés, aumentan los pensamientos del tipo “no valgo”, “voy tarde”, “mi relación es peor que la de los demás”. Si te reconoces en el miedo a ‘quedarte fuera’, puedes ampliar con algunos consejos para vivir sin FOMO.

hombre mujer mirando moviles sentados cocina comparacion La comparación social no es “mala” en sí misma; se vuelve dañina cuando ocurre constantemente.

2) Mecanismos que facilitan la “adicción” a redes

Aunque no exista un diagnóstico universal único de “adicción a redes”, sí reconocemos patrones problemáticos que promueven el uso compulsivo. Entenderlos ayuda a diseñar intervenciones más eficaces:

  • Refuerzo intermitente: no todas las veces que publicas recibes el mismo número de reacciones. Esa variabilidad mantiene el comportamiento (similar a una tragaperras).
  • Señales asociadas: iconos rojos de notificación, vibraciones y sonidos actúan como ‘disparadores’ atencionales que generan micro-anticipación y urgencia.
  • Scroll infinito: elimina el “punto de parada” y favorece el doomscrolling (seguir consumiendo contenido incluso cuando nos sienta mal).
  • Algoritmos de relevancia: priorizan lo que nos retiene más, que no siempre es lo que más nos cuida. En estados de ánimo bajos, suele mostrarse más contenido congruente con ese estado.

Cuando estos factores se juntan con vulnerabilidades personales (ansiedad, estado de ánimo bajo, soledad), el tiempo en redes puede desplazar sueño, estudio, trabajo, ejercicio o relaciones presenciales y agravar el malestar.

3) Señales de alerta: ¿estoy usando las redes de forma que me hace daño?

Si aparecen varios de los siguientes indicadores durante al menos 3–4 semanas, conviene consultar a un profesional de la salud mental:

  • Pérdida de control: dices “5 minutos” y pasan 60 sin darte cuenta.
  • Síntomas físicos y emocionales: sueño irregular, cansancio, irritabilidad, sensación de vacío al dejar el móvil.
  • Comparación dolorosa: te sientes peor con tu cuerpo, tu pareja o tus logros justo después de usar redes.
  • Evitación: pospones tareas importantes o planes por seguir conectado.
  • Impacto en las relaciones: discusiones por celos digitales, revisar compulsivamente estados o interacciones de tu pareja.
  • Uso para regular emociones: cada vez que te aburres, angustias o estás triste, recurres de manera automática al teléfono.

4) Cómo afecta la comparación social a la autoimagen y a la sexualidad

  • Autoestima corporal y FOMO: estar expuesto a cuerpos “perfectos” y vidas “sin defectos” intensifica el FOMO y la sensación de insuficiencia. La comparación reiterada reduce la satisfacción corporal y la autocompasión.
  • Ansiedad y ataques de pánico: en perfiles vulnerables, el patrón de alerta permanente (notificaciones + vigilancia del “qué dirán”) puede disparar la activación fisiológica y precipitar crisis de pánico.
  • Relación de pareja y celos retrospectivos: la búsqueda constante de “me gusta”, comentarios o seguidores de la pareja puede interpretarse como amenaza, generando dinámicas de control y celotipia.
  • Sexualidad: comparar el propio deseo, el cuerpo o la frecuencia sexual con lo que “parece” hacer la gente en redes distorsiona expectativas y aumenta la presión de rendimiento en el encuentro sexual.

5) Estrategias prácticas basadas en evidencia clínica

A. Higiene digital (empieza por aquí)

Medidas de entorno (menos fuerza de voluntad, más diseño):

  • Quita notificaciones no esenciales.
  • Saca redes de la pantalla principal.
  • Usa el móvil en escala de grises durante horas de estudio o trabajo.
  • Establece “zonas sin móvil” (mesa del comedor, cama, baño).

Franjas temporales:

  • Dos o tres franjas al día para redes (por ejemplo, 13:30 y 20:00).
  • Activa el temporizador de cada app (por ejemplo, 30–60 minutos por app al día).

Hora de cierre:

  • Sin pantallas 90 minutos antes de dormir: favorece la segregación de melatonina y el descanso.

B. Entrenamiento atencional y emocional

  • Detección de disparadores: anota qué emoción te llevaba a abrir la app (aburrimiento, soledad, ansiedad).
  • Sustitutos breves (2–5 min): respiración 4-6, moverte, salir al balcón, escribir dos líneas. El objetivo es romper el bucle estímulo–respuesta.
  • Mindfulness de comparación: cuando aparezca “no soy suficiente”, respóndete: “Estoy teniendo un pensamiento de comparación” (no un hecho) y “Lo que veo es una foto editada, no la vida entera de esa persona”.
  • Cuidados de autoestima: cada noche, registra 1–3 hechos concretos de tu día que no dependan del número de ‘me gusta’.

C. Reencuadre de contenido

  • Curar el feed: silencia o deja de seguir cuentas que te generan malestar; sigue perfiles diversos y realistas.
  • Usa listas: separa amistades cercanas de contenido aspiracional para evitar mezclas que disparen la comparación.
  • Producción consciente: publica desde la intención (compartir, informar) y no desde la validación (necesidad de aprobación).

6) ¿Cuándo pedir ayuda profesional?

  • Si el uso de redes está perjudicando tu sueño, rendimiento académico/laboral o tus relaciones.
  • Si aparecen ataques de pánico, síntomas depresivos o obsesiones de comparación difíciles de cortar.
  • Si hay conflictos de pareja sostenidos por la dinámica online.

La terapia psicológica (individual o terapia de pareja) ofrece herramientas personalizadas, aborda creencias nucleares (“no valgo”, “llego tarde”) y acompaña a recuperar hábitos protectores.

La comparación social no es “mala” en sí misma; se vuelve dañina cuando ocurre constantemente, con muestras sesgadas y al servicio de la búsqueda de validación. Las redes sociales, por su diseño, tienden a amplificarla y a mantenernos conectados más allá de lo que nos conviene. La buena noticia es que pequeños cambios de entorno y hábitos producen mejoras reales: higiene digital, reeducación atencional, curar el feed y, si lo necesitas, acompañamiento psicológico. Si te has reconocido en varias señales de alerta, no lo dejes para “cuando pase esta racha”. Pedir ayuda a tiempo evita cronificar el malestar y te permite volver a usar la tecnología como una herramienta a tu favor. Puedes pedir cita con un psicólogo si estás sintiendo adicción a las redes sociales.

Referencias

La publicación del presente artículo en el Sitio Web de Doctoralia se hace bajo autorización expresa por parte del autor. Todos los contenidos del sitio web se encuentran debidamente protegidos por la normativa de propiedad intelectual e industrial.

El Sitio Web de Doctoralia Internet S.L. no contiene consejos médicos. El contenido de esta página y de los textos, gráficos, imágenes y otro material han sido creados únicamente con propósitos informativos, y no para sustituir consejos, diagnósticos o tratamientos médicos. Ante cualquier duda con respecto a un problema médico consulta con un especialista.


www.doctoralia.es © 2025 - Encuentra tu especialista y pide cita

Nuestra web utiliza cookies.
Sigue navegando si estás de acuerdo con nuestra política de cookies.