Desde hace un tiempo, mi mente ha estado jugando conmigo. Me lanza pensamientos que no tienen sentid
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Desde hace un tiempo, mi mente ha estado jugando conmigo. Me lanza pensamientos que no tienen sentido, como si hubiera sido infiel a mi pareja, cuando en el fondo sé con total claridad que eso no ha pasado. Es como si mi cabeza intentara convencerme de algo que no es real, y por más que lo razone, el malestar sigue ahí. Es frustrante, porque me hace dudar de mí misma sin motivo, y me cuesta encontrar paz con algo que ni siquiera ocurrió.
Lo que describes es más común de lo que parece y puede estar relacionado con lo que en psicología llamamos pensamientos intrusivos. Son ideas o imágenes que aparecen en la mente de forma involuntaria, a menudo con un contenido que genera angustia, culpa o confusión, precisamente porque no se corresponden con tus valores ni con la realidad.
Una de las características de estos pensamientos es que, aunque la persona sepa racionalmente que no son ciertos, el malestar emocional persiste. Esto puede generar un círculo de duda, autoobservación constante y necesidad de comprobación, lo que termina alimentando aún más la ansiedad.
Es importante entender que tener un pensamiento no significa que sea verdad ni que tenga valor por sí mismo. En terapia trabajamos estrategias para disminuir el poder que esos pensamientos tienen sobre ti, desde enfoques como la terapia cognitivo-conductual o la terapia de aceptación y compromiso.
Te animo a buscar acompañamiento psicológico para abordar esto con las herramientas adecuadas.
Puedes pedirme cita online o escribirme a mapipsicologa@gmail.com.
Una de las características de estos pensamientos es que, aunque la persona sepa racionalmente que no son ciertos, el malestar emocional persiste. Esto puede generar un círculo de duda, autoobservación constante y necesidad de comprobación, lo que termina alimentando aún más la ansiedad.
Es importante entender que tener un pensamiento no significa que sea verdad ni que tenga valor por sí mismo. En terapia trabajamos estrategias para disminuir el poder que esos pensamientos tienen sobre ti, desde enfoques como la terapia cognitivo-conductual o la terapia de aceptación y compromiso.
Te animo a buscar acompañamiento psicológico para abordar esto con las herramientas adecuadas.
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Lo que estás viviendo es más común de lo que parece, y desde la teoría del apego puede entenderse como una manifestación de inseguridad relacional que nace de una historia emocional más profunda. Si tu estilo de apego está teñido por la ansiedad o la ambivalencia, es posible que tu mente esté constantemente en un estado de vigilancia afectiva, buscando señales de amenaza, incluso si no las hay. En este caso, la amenaza no viene de afuera, sino desde dentro: tu propio pensamiento se convierte en el enemigo, generando dudas que no tienen base en la realidad, pero que tocan una fibra sensible.
Estos pensamientos intrusivos no hablan de una verdad oculta, sino del miedo a perder el amor, a fallar, a no ser suficiente. Es como si la mente dijera: “¿Y si hiciste algo imperdonable?” no porque lo hayas hecho, sino porque teme que algo pueda arruinar lo que tienes. En el fondo, ese tipo de pensamientos suelen ser un intento de controlar el vínculo: si me aseguro de que nada malo ha pasado, entonces tal vez me puedan seguir queriendo. Pero como ese control es imposible, el pensamiento se vuelve circular y desgastante.
Desde esta mirada, la clave no es tanto discutir con el pensamiento o buscar pruebas racionales, sino acoger con compasión la parte de ti que tiene miedo. Una parte que aprendió que el amor puede ser frágil o condicional, y que por eso intenta protegerse, aunque sea de formas tan paradójicas como hacerte sentir culpable por algo que nunca ocurrió. Y esa parte, más que corrección lógica, necesita consuelo, seguridad y presencia.
No estás loca ni estás sola en esto. Estás en un proceso de sanación donde tu mente está tratando de adaptarse a una nueva forma de estar en el amor: más segura, más conectada contigo, menos amenazada. Y aunque cueste, eso es una muy buena señal.
Estos pensamientos intrusivos no hablan de una verdad oculta, sino del miedo a perder el amor, a fallar, a no ser suficiente. Es como si la mente dijera: “¿Y si hiciste algo imperdonable?” no porque lo hayas hecho, sino porque teme que algo pueda arruinar lo que tienes. En el fondo, ese tipo de pensamientos suelen ser un intento de controlar el vínculo: si me aseguro de que nada malo ha pasado, entonces tal vez me puedan seguir queriendo. Pero como ese control es imposible, el pensamiento se vuelve circular y desgastante.
Desde esta mirada, la clave no es tanto discutir con el pensamiento o buscar pruebas racionales, sino acoger con compasión la parte de ti que tiene miedo. Una parte que aprendió que el amor puede ser frágil o condicional, y que por eso intenta protegerse, aunque sea de formas tan paradójicas como hacerte sentir culpable por algo que nunca ocurrió. Y esa parte, más que corrección lógica, necesita consuelo, seguridad y presencia.
No estás loca ni estás sola en esto. Estás en un proceso de sanación donde tu mente está tratando de adaptarse a una nueva forma de estar en el amor: más segura, más conectada contigo, menos amenazada. Y aunque cueste, eso es una muy buena señal.
¡Hola! Gracias por compartir lo que estás viviendo. Es completamente comprensible sentirte así, especialmente cuando la mente comienza a generar pensamientos intrusivos que parecen reales, pero que no lo son. A veces, la razón no entiende lo que está sucediendo, pero nuestras emociones sí tienen algo importante que decirnos.
Desde la Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT), uno de los enfoques clave es aprender a relacionarnos de una manera diferente con esos pensamientos. En lugar de luchar contra ellos, que muchas veces solo los hace más intensos, se trata de aceptarlos como parte de nuestra experiencia humana. ¿Qué pasaría si pudieras permitir que esos pensamientos estuvieran ahí, sin intentar cambiarlos o eliminarlos, pero eligiendo no dejar que te definan?
Consiste en desidentificarte de esos pensamientos y verlos simplemente como lo que son: pensamientos, no hechos. Recuerda que tus pensamientos no definen quién eres. Son solo una parte de ti, pero no son toda tu historia.
Desde la Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT), uno de los enfoques clave es aprender a relacionarnos de una manera diferente con esos pensamientos. En lugar de luchar contra ellos, que muchas veces solo los hace más intensos, se trata de aceptarlos como parte de nuestra experiencia humana. ¿Qué pasaría si pudieras permitir que esos pensamientos estuvieran ahí, sin intentar cambiarlos o eliminarlos, pero eligiendo no dejar que te definan?
Consiste en desidentificarte de esos pensamientos y verlos simplemente como lo que son: pensamientos, no hechos. Recuerda que tus pensamientos no definen quién eres. Son solo una parte de ti, pero no son toda tu historia.
Lo que describes puede ser sumamente angustiante. La clave aquí es que tú misma reconoces que estos pensamientos no tienen sentido y no se alinean con tu realidad ni con tus actos. Esa es una señal muy clara de que no son un reflejo de lo que eres, sino manifestaciones de ansiedad o de algún tipo de obsesión cognitiva.
Nuestro cerebro, especialmente cuando está bajo estrés, ansiedad o presión emocional, puede generar pensamientos automáticos negativos o irracionales. A veces, estos pensamientos se centran en aquello que más valoramos, como nuestras relaciones. Es como si el miedo a perder algo importante se manifestara en forma de duda constante.
Una forma de trabajar con esto desde la psicología cognitivo-conductual es aprender a observarlo como lo que es: un pensamiento, no un hecho. “Estoy teniendo el pensamiento de que fui infiel”, no es lo mismo que “fui infiel”. Este pequeño cambio en el lenguaje ayuda a tomar distancia y a desactivar la carga emocional.
También sería importante explorar si hay situaciones recientes que estén generando ansiedad o inseguridad, no necesariamente relacionadas con la relación, pero que estén alimentando esta necesidad de certeza. La duda constante puede ser una manera en que la mente intenta “controlar” lo que no puede controlar.
Buscar acompañamiento psicológico puede ser muy valioso en este caso. Un proceso terapéutico te permitiría entender mejor qué está sosteniendo esta angustia, y trabajar herramientas para que recuperes la sensación de paz interna y confianza en ti misma. ¡Animo!
Nuestro cerebro, especialmente cuando está bajo estrés, ansiedad o presión emocional, puede generar pensamientos automáticos negativos o irracionales. A veces, estos pensamientos se centran en aquello que más valoramos, como nuestras relaciones. Es como si el miedo a perder algo importante se manifestara en forma de duda constante.
Una forma de trabajar con esto desde la psicología cognitivo-conductual es aprender a observarlo como lo que es: un pensamiento, no un hecho. “Estoy teniendo el pensamiento de que fui infiel”, no es lo mismo que “fui infiel”. Este pequeño cambio en el lenguaje ayuda a tomar distancia y a desactivar la carga emocional.
También sería importante explorar si hay situaciones recientes que estén generando ansiedad o inseguridad, no necesariamente relacionadas con la relación, pero que estén alimentando esta necesidad de certeza. La duda constante puede ser una manera en que la mente intenta “controlar” lo que no puede controlar.
Buscar acompañamiento psicológico puede ser muy valioso en este caso. Un proceso terapéutico te permitiría entender mejor qué está sosteniendo esta angustia, y trabajar herramientas para que recuperes la sensación de paz interna y confianza en ti misma. ¡Animo!
Gracias por compartir con tanta honestidad lo que estás viviendo. Lo que describes se parece mucho a lo que en psicología llamamos pensamientos intrusivos, que son ideas no deseadas que aparecen en la mente de forma repetitiva, generando ansiedad o malestar, aunque sepamos racionalmente que no tienen fundamento real.
Este tipo de pensamientos no son raros, y aunque son muy incómodos, no significan que hayas hecho nada malo ni que vayas a hacerlo. De hecho, muchas personas experimentan pensamientos similares en momentos de ansiedad, inseguridad emocional o estrés elevado. El problema no es el pensamiento en sí, sino la interpretación y el miedo que generamos alrededor de él.
Aquí van algunas estrategias que pueden ayudarte a manejarlo:
1. Reconoce el pensamiento como lo que es: solo un pensamiento.
Tú no eres tu pensamiento. Puedes decirte mentalmente algo como:
"Esto es solo una señal de ansiedad, no una realidad. No tengo que responder a esto."
2. No luches contra él: obsérvalo sin engancharte.
Cuanto más te resistes, más fuerza cobra. Imagina que es como una nube que pasa: está ahí, pero no tienes que subirte a ella. A veces, cuanto menos caso le haces, menos vuelve.
3. Escribe lo que sientes.
Llevar un registro puede ayudarte a darte cuenta de que estos pensamientos suelen surgir en momentos específicos: fatiga, presión, discusiones, cambios de rutina. Así aprenderás a anticiparlos y comprenderlos mejor.
4. Habla con un especialista.
Cuando estos pensamientos generan mucho malestar, es muy útil trabajar con un profesional que te ayude a comprender su origen, gestionarlos sin culpa y recuperar tu paz mental. En estos espacios, solemos utilizar técnicas como la Terapia Cognitivo-Conductual o la Terapia de Aceptación y Compromiso, que ofrecen herramientas muy eficaces para este tipo de casos.
Es muy valiente que estés buscando comprensión sobre lo que te está pasando. No estás sola, y lo que te ocurre tiene solución. Si alguna vez sientes que necesitas un espacio seguro donde entender mejor tu mente y recuperar la confianza en ti misma, hay caminos terapéuticos que pueden ayudarte a lograrlo.
Este tipo de pensamientos no son raros, y aunque son muy incómodos, no significan que hayas hecho nada malo ni que vayas a hacerlo. De hecho, muchas personas experimentan pensamientos similares en momentos de ansiedad, inseguridad emocional o estrés elevado. El problema no es el pensamiento en sí, sino la interpretación y el miedo que generamos alrededor de él.
Aquí van algunas estrategias que pueden ayudarte a manejarlo:
1. Reconoce el pensamiento como lo que es: solo un pensamiento.
Tú no eres tu pensamiento. Puedes decirte mentalmente algo como:
"Esto es solo una señal de ansiedad, no una realidad. No tengo que responder a esto."
2. No luches contra él: obsérvalo sin engancharte.
Cuanto más te resistes, más fuerza cobra. Imagina que es como una nube que pasa: está ahí, pero no tienes que subirte a ella. A veces, cuanto menos caso le haces, menos vuelve.
3. Escribe lo que sientes.
Llevar un registro puede ayudarte a darte cuenta de que estos pensamientos suelen surgir en momentos específicos: fatiga, presión, discusiones, cambios de rutina. Así aprenderás a anticiparlos y comprenderlos mejor.
4. Habla con un especialista.
Cuando estos pensamientos generan mucho malestar, es muy útil trabajar con un profesional que te ayude a comprender su origen, gestionarlos sin culpa y recuperar tu paz mental. En estos espacios, solemos utilizar técnicas como la Terapia Cognitivo-Conductual o la Terapia de Aceptación y Compromiso, que ofrecen herramientas muy eficaces para este tipo de casos.
Es muy valiente que estés buscando comprensión sobre lo que te está pasando. No estás sola, y lo que te ocurre tiene solución. Si alguna vez sientes que necesitas un espacio seguro donde entender mejor tu mente y recuperar la confianza en ti misma, hay caminos terapéuticos que pueden ayudarte a lograrlo.
Gracias por compartir algo tan íntimo. Lo que describes es mucho más común de lo que parece, aunque cuando lo vivimos en primera persona puede resultar tremendamente angustiante. Y sobre todo, muy solitario.
Desde la perspectiva de las Terapias Contextuales, lo que estás experimentando se conoce como eventos privados no deseados (pensamientos, imágenes o sensaciones que aparecen en nuestra mente sin que los elijamos). En tu caso, esos pensamientos tienen forma de dudas obsesivas o imágenes intrusivas sobre haber sido infiel, aunque tú sabes con total certeza que eso no ha ocurrido.
Y aquí hay algo muy importante:
"Que algo aparezca en tu mente, no significa que sea verdad, ni que diga algo sobre quién eres."
A veces, cuanto más queremos librarnos de un pensamiento o demostrar que “no tiene sentido”, más fuerza gana. Esto se llama el “efecto rebote” y está muy estudiado. Tu mente cree que te está protegiendo, buscando certezas, pero en realidad te está atrapando en un bucle de lucha interna.
Por eso, el enfoque no pasa por seguir debatiendo con esos pensamientos, sino por cambiar la relación que tienes con ellos. Aprender a mirarlos con cierta distancia, sin que te controlen, sin tener que demostrar nada. Esto es parte del trabajo que hacemos desde terapias como ACT (Terapia de Aceptación y Compromiso) o Mindfulness, que ayudan a salir de la trampa del “¿y si…?” y volver a conectar con la vida que realmente quieres vivir.
Si sientes que esto te desgasta, te bloquea emocionalmente o afecta tu relación de pareja, no estás sola ni “rota”. Solo necesitas herramientas adecuadas para dejar de pelear con tu mente y recuperar el control de tu bienestar.
Trabajo desde hace años con personas que viven este tipo de experiencias, y sería un placer ayudarte a entender y transformar esta lucha en algo mucho más manejable.
Cuando quieras, podemos tener una primera sesión para comenzar a trabajar juntas.
Un abrazo,
Daniel Moscoso
Psicólogo especialista en Terapias Contextuales y Mindfulness
Premiado como Mejor Psicólogo de España 2020 por Doctoralia
Desde la perspectiva de las Terapias Contextuales, lo que estás experimentando se conoce como eventos privados no deseados (pensamientos, imágenes o sensaciones que aparecen en nuestra mente sin que los elijamos). En tu caso, esos pensamientos tienen forma de dudas obsesivas o imágenes intrusivas sobre haber sido infiel, aunque tú sabes con total certeza que eso no ha ocurrido.
Y aquí hay algo muy importante:
"Que algo aparezca en tu mente, no significa que sea verdad, ni que diga algo sobre quién eres."
A veces, cuanto más queremos librarnos de un pensamiento o demostrar que “no tiene sentido”, más fuerza gana. Esto se llama el “efecto rebote” y está muy estudiado. Tu mente cree que te está protegiendo, buscando certezas, pero en realidad te está atrapando en un bucle de lucha interna.
Por eso, el enfoque no pasa por seguir debatiendo con esos pensamientos, sino por cambiar la relación que tienes con ellos. Aprender a mirarlos con cierta distancia, sin que te controlen, sin tener que demostrar nada. Esto es parte del trabajo que hacemos desde terapias como ACT (Terapia de Aceptación y Compromiso) o Mindfulness, que ayudan a salir de la trampa del “¿y si…?” y volver a conectar con la vida que realmente quieres vivir.
Si sientes que esto te desgasta, te bloquea emocionalmente o afecta tu relación de pareja, no estás sola ni “rota”. Solo necesitas herramientas adecuadas para dejar de pelear con tu mente y recuperar el control de tu bienestar.
Trabajo desde hace años con personas que viven este tipo de experiencias, y sería un placer ayudarte a entender y transformar esta lucha en algo mucho más manejable.
Cuando quieras, podemos tener una primera sesión para comenzar a trabajar juntas.
Un abrazo,
Daniel Moscoso
Psicólogo especialista en Terapias Contextuales y Mindfulness
Premiado como Mejor Psicólogo de España 2020 por Doctoralia
Hay que conocer el funcionamiento de la mente subconsciente para que nos nos domine en nuestro día a día. La mente tiene dos aspectos: el bueno y el malo y hay que elegir cuál alimentar.
Técnicas de meditación sencillas pero usadas con disciplina te darían esa fortaleza que necesitas para no dejarte arrastrar por esos pensamientos cuando aparecen .
Técnicas de meditación sencillas pero usadas con disciplina te darían esa fortaleza que necesitas para no dejarte arrastrar por esos pensamientos cuando aparecen .
Buenos días. Lo que describes parece estar relacionado con pensamientos intrusivos y este tipo de pensamientos genera malestar. Te animo a que busques ayuda psicológica para que se te pueda proporcionar estrategias para combatir este tipo de pensamientos. Puedes ponerte en contacto conmigo si lo deseas.
Un saludo,
María
Un saludo,
María
Entiendo esa frustración. Lo que describes es algo mucho más común de lo que podamos llegar a pensar, aunque eso no quita que pueda llegar a ser realmente desconcertante.
Este tipo de pensamientos, a los que podemos nombrar como intrusivos (suelen parecer extraños, absurdos, aterradores, insistentes) están intentando obtener seguridad en medio de una incertidumbre interna, por lo tanto, no son pensamientos que te definan, que hablen sobre lo que tu deseas o lo que eres, sino pensamientos que intentan ayudarte a sentir tranquilidad, curioso verdad? Lo que intento hacer para tener seguridad, me hace sentir más insegura.
Muchas veces esa parte que cree que si lo sabe todo, que si tiene toda la información, todos los detalles, podrá protegerse de sufrir. Pero el resultado es justo lo contrario: Más dudas, más angustia, más desconexión.
No es necesario luchar contra los pensamientos, ni convencernos de nada. No hay nada que esté mal.
Si estos pensamientos persisten en el tiempo, sería recomendable consultar con un especialista, que pueda llevar a cabo el tratamiento más ajustado a la situación.
Este tipo de pensamientos, a los que podemos nombrar como intrusivos (suelen parecer extraños, absurdos, aterradores, insistentes) están intentando obtener seguridad en medio de una incertidumbre interna, por lo tanto, no son pensamientos que te definan, que hablen sobre lo que tu deseas o lo que eres, sino pensamientos que intentan ayudarte a sentir tranquilidad, curioso verdad? Lo que intento hacer para tener seguridad, me hace sentir más insegura.
Muchas veces esa parte que cree que si lo sabe todo, que si tiene toda la información, todos los detalles, podrá protegerse de sufrir. Pero el resultado es justo lo contrario: Más dudas, más angustia, más desconexión.
No es necesario luchar contra los pensamientos, ni convencernos de nada. No hay nada que esté mal.
Si estos pensamientos persisten en el tiempo, sería recomendable consultar con un especialista, que pueda llevar a cabo el tratamiento más ajustado a la situación.
Lo que describes es muy común en situaciones de ansiedad o pensamientos intrusivos. Tu mente te lanza dudas sin fundamento, pero el hecho de que seas consciente y puedas razonar que no ha ocurrido algo real ya es un paso importante.
Te recomiendo que busques apoyo terapéutico para aprender a manejar esos pensamientos y reducir el malestar. No estás sola, y con ayuda es posible recuperar la tranquilidad y confianza en ti misma.
— Dolo Boix CV18993
Te recomiendo que busques apoyo terapéutico para aprender a manejar esos pensamientos y reducir el malestar. No estás sola, y con ayuda es posible recuperar la tranquilidad y confianza en ti misma.
— Dolo Boix CV18993
¡Hola! En primer lugar gracias por compartir algo tan íntimo y difícil. Lo que estás experimentando parece tremendamente angustiante y, aunque es más común de lo que parece, es completamente válido que te sientas confundidx y frustradx. Lo que describes puede estar relacionado, desde la psicología, con lo que llamamos "pensamientos intrusivos". Son pensamientos que suelen aparecer de forma espontánea, no deseada y que generan un fuerte malestar emocional. A pesar de que racionalmente sabemos que no son ciertos, tienen la capacidad de hacernos dudar de nosotros mismos. Me gustaría compartirte un principio importante (que suele aliviarnos mucho): tener un pensamiento no significa que sea verdad.
Nuestra mente produce miles de pensamientos al día. Algunos son útiles, otros absurdos y otros no tienen nada que ver con nuestros valores. La mente hace su trabajo: pensar. A veces lo hace de forma útil, y otras veces, no tanto.
En este punto te preguntarás, ¿qué podemos hacer? Te comparto algunos "tips" que, por supuesto, no sustituyen a la terapia psicológica, pero pueden ayudarte a manejar ese malestar:
1. Aprende a observar tus pensamientos como eventos mentales, no como verdades universales. En lugar de “¿Y si fui infiel y no lo recuerdo?”, puedes aprender a decir: “Estoy teniendo el pensamiento de que fui infiel.” Esto te ayudará a poner distancia entre tus pensamientos.
2. Permítete sentir todo aquello que estás sintiendo: es lógico sentir miedo, duda o frustración cuando la mente nos lanza pensamientos que contradicen nuestras certezas. No necesitas pelearte con estas emociones; necesitas entenderlas y tratarlas con compasión. No juzgues tus pensamientos ni tus emociones.
3. Permítete conectar con tus valores y con aquello que realmente es importante para ti. Por ejemplo, si tú valoras la honestidad, el amor y la conexión, puedes preguntarte:
¿Qué puedo hacer para conectar con la pareja que quiero ser, más allá de lo que mi mente diga?
Te animo a considerar trabajar esto con un terapeuta, para aprender herramientas específicas que te permitan conectar en este tipo de situaciones. Mientras tanto, recuerda que el hecho de que estos pensamientos te angustien puede ser una señal de que no coinciden con lo que tú valoras. Y eso habla bien de ti. ¡Te abrazo virtualmente!
Nuestra mente produce miles de pensamientos al día. Algunos son útiles, otros absurdos y otros no tienen nada que ver con nuestros valores. La mente hace su trabajo: pensar. A veces lo hace de forma útil, y otras veces, no tanto.
En este punto te preguntarás, ¿qué podemos hacer? Te comparto algunos "tips" que, por supuesto, no sustituyen a la terapia psicológica, pero pueden ayudarte a manejar ese malestar:
1. Aprende a observar tus pensamientos como eventos mentales, no como verdades universales. En lugar de “¿Y si fui infiel y no lo recuerdo?”, puedes aprender a decir: “Estoy teniendo el pensamiento de que fui infiel.” Esto te ayudará a poner distancia entre tus pensamientos.
2. Permítete sentir todo aquello que estás sintiendo: es lógico sentir miedo, duda o frustración cuando la mente nos lanza pensamientos que contradicen nuestras certezas. No necesitas pelearte con estas emociones; necesitas entenderlas y tratarlas con compasión. No juzgues tus pensamientos ni tus emociones.
3. Permítete conectar con tus valores y con aquello que realmente es importante para ti. Por ejemplo, si tú valoras la honestidad, el amor y la conexión, puedes preguntarte:
¿Qué puedo hacer para conectar con la pareja que quiero ser, más allá de lo que mi mente diga?
Te animo a considerar trabajar esto con un terapeuta, para aprender herramientas específicas que te permitan conectar en este tipo de situaciones. Mientras tanto, recuerda que el hecho de que estos pensamientos te angustien puede ser una señal de que no coinciden con lo que tú valoras. Y eso habla bien de ti. ¡Te abrazo virtualmente!
Lamento que estés experimentando estos pensamientos tan desagradables. Lo que describes podría encajar con lo que en psicología llamamos pensamientos intrusivos: ideas involuntarias que generan un gran malestar y que, aunque sepas con certeza que no son reales, resultan difíciles de apartar. En algunos casos, pueden estar relacionados con la fobia de impulsión, es decir, el temor a actuar de forma contraria a los propios valores o principios, aun sin intención real de hacerlo. No obstante, para saber si en tu caso se trata de esto sería necesario explorar tu situación con más detalle.
Este tipo de pensamientos son relativamente frecuentes en cuadros de ansiedad, trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) o en personas con altos niveles de autoexigencia y culpa. Intentar “razonarlos” o luchar contra ellos suele, de hecho, reforzarlos. En terapia se trabajan estrategias para reducir su impacto, cambiar la forma de relacionarse con ellos y aprender a no darles credibilidad.
Contar con apoyo psicológico especializado puede ayudarte a disminuir su frecuencia e intensidad, así como a recuperar una sensación de calma y confianza en ti misma.
Este tipo de pensamientos son relativamente frecuentes en cuadros de ansiedad, trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) o en personas con altos niveles de autoexigencia y culpa. Intentar “razonarlos” o luchar contra ellos suele, de hecho, reforzarlos. En terapia se trabajan estrategias para reducir su impacto, cambiar la forma de relacionarse con ellos y aprender a no darles credibilidad.
Contar con apoyo psicológico especializado puede ayudarte a disminuir su frecuencia e intensidad, así como a recuperar una sensación de calma y confianza en ti misma.
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