Peleo mucho con mi madre. Al punto de creer que la odio. Siento que nunca me quiso aunque trabajó du

12 respuestas
Peleo mucho con mi madre. Al punto de creer que la odio. Siento que nunca me quiso aunque trabajó duro para que no me faltará nada. Pero nunca tuvo un abrazo, un elogio para conmigo, nada! Ella por otro lado, también recibe mucho maltrato verbal de mi persona, pero reacciona de igual manera. Nada de lo que yo hago le parece positivo. Por el contrario siempre hace observaciones negativas. A qué se debe ésto?
 Paloma López Escalada
Psicólogo
Santander
Hola, vivir en este tipo de dinámicas es muy doloroso, ya que como bien expresas, lo que necesitamos de nuestras figuras cuidadoras es ese apoyo y validación, no solo el cuidado material. Sin conocer vuestra historia, solo se pueden hacer suposiciones y, aunque no justifique lo que te hace sentir, no podemos olvidar que la expresión del cariño y el amor también es algo aprendido. Hay que personas que no han tenido estos modelos y su forma de demostrar el amor puede ser a través de cubrir las necesidades del día a día de "que no te falte de nada". Igualmente, estas observaciones negativas de forma constante que comentas, también pueden reflejar propios conflictos internos. A veces, el comprender que esa falta de elogios positivos no tiene que ver con lo que tú haces, sino con su propia historia, al igual que esa falta de expresión de afecto, nos puede ayudar a distanciarnos y observar vuestra relación desde otra perspectiva. La terapia familiar o individual si ella no accede, puede ser de mucha utilidad para ver qué carencias ha habido, qué consecuencias ha tenido y qué podemos hacer en la actualidad para aliviar ese malestar y cubrir esas necesidades que no se han dado en el hogar familiar. Mucho ánimo
Encuentra un experto
Lo que estás viviendo con tu madre es profundamente doloroso, y más común de lo que parece, aunque pocos se atreven a hablarlo abiertamente. Peleas frecuentes, sentimientos de odio, la sensación de que nunca te quiso a pesar de haber cumplido con lo básico como darte techo o comida, y el patrón repetido de críticas y maltrato verbal, forman una dinámica relacional muy dañina, que suele tener raíces emocionales profundas y muchas veces invisibles.

El hecho de que tu madre haya trabajado duro para que no te faltara nada puede interpretarse como una forma de responsabilidad, pero no necesariamente como una expresión de amor en el sentido afectivo y emocional que un hijo o hija necesita. Uno puede tener cubiertas sus necesidades materiales y al mismo tiempo crecer con una sensación interna de vacío, de no haber sido visto, reconocido o valorado. Cuando un niño no recibe abrazos, elogios o gestos de ternura, se instala dentro de él una herida que, aunque invisible, marca profundamente la forma en que se percibe a sí mismo y a los demás. Crecemos con la idea de que algo en nosotros no merecía cariño, o que el amor es algo que hay que ganarse a través del esfuerzo, el rendimiento o incluso el sufrimiento.

Muchas madres, sobre todo de generaciones anteriores, crecieron en contextos donde expresar afecto no era lo habitual. Tal vez tu madre tampoco recibió abrazos, ni palabras dulces, ni validación en su infancia, y aprendió a relacionarse desde la exigencia, la crítica o la dureza como una forma de protección o supervivencia. Pero esa cadena de frialdad emocional, si no se rompe conscientemente, se transmite de generación en generación. No se trata de justificarla, sino de comprender que tal vez ella también es producto de una historia de carencias emocionales, lo cual no hace menos real el daño que te ha causado.

Es comprensible que ante tantos años de no sentirte valorado, de recibir críticas constantes y de no encontrar en ella una figura segura, te haya nacido un resentimiento tan fuerte que llega al punto de parecer odio. Sin embargo, el odio muchas veces es solo una forma intensa de expresar un dolor acumulado: detrás del enfado hay decepción, detrás de la rabia hay un anhelo de haber sido querido de otra manera. Y cuando uno ya no espera que esa necesidad se cumpla, se vuelve agresivo como forma de defensa. En ese sentido, es posible que ambos estén atrapados en una especie de círculo vicioso: tú expresas tu dolor en forma de rabia o ataques verbales, y ella responde con más crítica o rechazo, lo que confirma tu sensación de no ser querido, y la dinámica se perpetúa.

Este tipo de relación puede volverse tan tóxica que cuesta imaginar una salida. Pero entender su origen ya es un paso inmenso. No se trata de perdonar de inmediato ni de forzarte a sentir algo que no sientes, sino de poder reconocer el peso que ha tenido esa relación en tu identidad y empezar a tomar distancia emocional. A veces, incluso, uno necesita poner límites muy claros, o tomar distancia física y afectiva durante un tiempo, para poder reconstruirse fuera del campo de batalla que se ha vuelto ese vínculo.

Trabajar esto en un espacio terapéutico puede ser muy sanador. No porque vayas a cambiar a tu madre, sino porque vas a poder sanar las heridas que su ausencia afectiva dejó en ti, comprender mejor tus reacciones, y decidir cómo querés posicionarte ante ese vínculo en el futuro: si vale la pena intentar repararlo, poner límites firmes, o incluso cortar el contacto si es necesario para proteger tu salud mental.

Lo más importante es que reconozcas que no estás solo en esto. Que tu dolor es válido. Que tener una madre no garantiza haber recibido amor emocional. Y que está bien nombrar el sufrimiento que eso genera, aunque sea incómodo o incluso tabú. A veces, para poder sanar, hay que dejar de idealizar lo que "debería" haber sido una madre, y aceptar lo que realmente fue. Y desde ahí, empezar a reconstruirte.
Gracias por compartir algo tan personal. Lo que estás viviendo con tu madre es muy doloroso, y es válido que te sientas confundido/a por esa mezcla de emociones: el resentimiento, la rabia, pero también la necesidad de haber recibido afecto.

Muchas veces, cuando en la infancia no se nos expresó el cariño de forma visible—como con abrazos, palabras de apoyo o validación—podemos crecer sintiendo un vacío emocional, aunque nuestras necesidades materiales hayan sido cubiertas. Esa falta de reconocimiento y afecto puede generar heridas profundas que, si no se trabajan, se convierten en reproches, enfado o incluso en una sensación de rechazo mutuo.

El conflicto constante y el maltrato verbal por ambas partes pueden ser una forma de expresar ese dolor acumulado, esa necesidad de ser vistos y validados que nunca se satisfizo del todo.

No se trata de culpar a nadie, sino de entender que ambos probablemente están repitiendo patrones aprendidos, cada uno desde su propia historia emocional. Lo importante es que estás dando un primer paso al ponerlo en palabras. A partir de ahí, es posible trabajar en comprender tu historia, sanar las heridas emocionales y decidir qué tipo de vínculo deseas tener con ella, o al menos, cómo cuidar tu bienestar emocional en medio de esta relación.

Si te resuena, estaré encantada de acompañarte en ese proceso.
Hola! lo que estás describiendo es una dinámica muy complicada y dolorosa. Es normal que te genere muchas emociones desagradables.

Las relaciones familiares son complejas, más frecuentemente de lo que parece, especialmente cuando las relaciones se desarrollan con un patrón evitativo de muestras de afecto y una falta de expresiones de cariño.

Es importante tener en cuenta que muchas veces, las reacciones y comportamientos de los padres están influenciados por sus propias experiencias, heridas o dificultades emocionales. Al igual que tu forma de reaccionar seguramente esté influenciada por la que han tenido tus figuras de apego contigo. La falta de elogios o abrazos no necesariamente significa que no te quieran, sino que quizás no aprendieron a expresar su afecto de otras maneras o están atravesando sus propios conflictos internos. Como comentas ella si que se esfuerza en cuidarte, trabajando duro para darte lo que necesitas.

Por otro lado, la dinámica de conflicto puede convertirse en un ciclo en el que ambos, tú y tu madre, termináis reaccionando de manera defensiva o agresiva, lo que dificulta la comunicación lo que alimenta la tensión y se vuelve la pescadilla que se muerde la cola.

Te recomiendo que, si te sientes cómodo, puedas explorar estas emociones en terapia, donde podrás entender mejor estos patrones y aprender formas de manejar el conflicto, mejorar tu relación y cuidar de tu bienestar emocional.
Recuerda que mereces ser tratado con respeto y cariño, y que buscar ayuda es un acto valiente y positivo para tu crecimiento personal.


Es doloroso cuando nos sentimos atrapados en dinámicas como la que expresas, especialmente cuando sientes que, a pesar de sus esfuerzos materiales, nunca recibiste el afecto que necesitabas. La falta de cariño y reconocimiento de su parte puede haber creado una herida emocional profunda, que aún hoy influye en la relación entre ambos. Es posible que tu madre, al igual que tú, esté atrapada en un patrón de no saber cómo dar o recibir amor de una manera emocionalmente nutritiva. Ella pudo haber sido criada de una forma similar, sin herramientas para expresar lo que sentía, lo que provoca que, a su vez, repita un ciclo que le fue transmitido.

Es crucial reconocer que este conflicto no es simplemente una cuestión de diferencias personales, sino que está arraigado en dinámicas familiares más profundas. Muchas veces, los patrones de comportamiento de los padres se repiten sin conciencia, creando un ciclo de expectativas no cumplidas y de heridas emocionales que ambos arrastran. Al no recibir el apoyo emocional que esperabas, y al no saber cómo ambos pueden mostrar su amor, parece que el dolor se convierte en el lenguaje compartido entre ustedes, reforzando el ciclo de negatividad y maltrato verbal.

Desde nuestra mirada terapéutica creemos que, este patrón es un ciclo destructivo que ambos están manteniendo, sin quererlo. El modelo trabajado en nuestra praxis, nos enseñan que estos patrones familiares se transmiten de generación en generación, y lo que te sucede con tu madre podría estar conectado con algo mucho más profundo, incluso inconsciente. La clave está en reconocer estos patrones, romperlos conscientemente y empezar a sanarlos. El primer paso hacia la sanación es dejar de ver al otro solo como el enemigo o el causante de tus emociones negativas, sino reconocer que ambos están siendo víctimas de un patrón aprendido.

Una de las formas más efectivas de sanar esta relación es romper el ciclo de dolor a través de un trabajo de introspección . Te puedo sugerir que, más allá de la lógica y la palabra, el inconsciente responde profundamente a lo símbolico. Una terapias basada en el perdón y reconciliación podría ayudarte a soltar la carga emocional y empezar a sanar las heridas. Esto no solo implica palabras, sino análisis introspectivo, o incluso actos de reconciliación emocional, que permitan liberar lo que ya no sirve. La clave está en transformar el dolor en comprensión y, poco a poco, encontrar formas nuevas de conexión y cariño que rompan los viejos patrones, y recuerda que nadie puede hacer la tarea por nosotros, pero si acompañarnos con su experticia a resolverla…
Un abrazo
Ramiro
Las relaciones madre-hija pueden ser profundamente complejas, especialmente cuando han estado marcadas por carencias afectivas, exigencias o formas de comunicación dañinas desde hace años. El hecho de que sientas que tu madre “nunca te quiso”, aunque haya estado presente en lo material, habla de una herida emocional: la necesidad legítima de afecto, validación y cercanía que no fue cubierta.

Cuando no se recibe reconocimiento, ternura o palabras de apoyo en la infancia, muchas veces se desarrolla una sensación de vacío, de no ser suficiente, o incluso de resentimiento. En esos casos, el vínculo puede volverse conflictivo: lo que uno busca desesperadamente (afecto, aceptación) se mezcla con el enfado por no haberlo recibido. Y si, además, cada intento de acercamiento acaba en reproches o críticas, el dolor se refuerza.

Es importante entender que ambas pueden estar atrapadas en un ciclo de dolor no resuelto. Los maltratos verbales, tanto de una parte como de la otra, son expresión de heridas profundas. Romper este patrón no es fácil, pero sí posible con ayuda terapéutica. Trabajar en tu historia personal, tus emociones y tus límites puede ayudarte a sanar, incluso si tu madre no cambia.

Puedes escribirme un mensaje privado o agendar una cita online desde mi perfil si deseas iniciar un proceso de acompañamiento. Estoy aquí para escucharte y ayudarte a comprender y transformar lo que estás viviendo.
En primer lugar, debe ser complicado compartir algo tan profundo y doloroso. Lo que describes parece una dinámica familiar intensa, cargada de emociones acumuladas durante mucho tiempo, probablemente desde la infancia. Lo primero que resalta (aunque nos faltaría conocer mucha más información del caso) es una herida relacional no resuelta. Por ejemplo, afirmas que tu madre trabajó duro para que no te faltara nada, pero sientes que nunca te ofreció afecto emocional. Aquí es importante diferenciar dos tipos de necesidades: materiales (comida, vivienda, estudios) y emocionales (afecto, validación, presencia). Ambas son necesarias. Cuando estas necesidades no se atienden en la infancia, pueden generar resentimiento, baja autoestima, e incluso dificultad para reconocer o expresar afecto en la adultez. Además, también es probable que en tu mente se hayan instalado creencias negativas automáticas como: “No soy suficiente", “nunca voy a recibir aprobación de ella", “para que me quieran, tengo que luchar"...
Aquí es clave cuestionar y reevaluar estas creencias para desmontar su poder. Finalmente, considera relevante abrirte al dolor emocional sin pelear con él. La lucha con el pasado muchas veces nos aleja del presente. No estás solx, te entiendo profundamente. Lo importante es tomar responsabilidad por lo que tú puedes cambiar: tus reacciones, tus pensamientos, y tu forma de cuidarte. Esta respuesta no sustituye en ningún momento terapia. Un abrazo virtual.
 Anna Llado Garcia
Psicólogo
Sant Joan Despí
Gracias por compartir algo tan personal y tan importante. Desde mi perspectiva como coach especializada en inteligencia emocional y neurociencia, lo que estás viviendo no es raro, y tiene raíces profundas tanto emocionales como relacionales.

Cuando en la infancia no recibimos muestras afectivas claras —como abrazos, palabras de reconocimiento o validación emocional— nuestro cerebro registra una carencia. Aunque nuestras necesidades básicas hayan estado cubiertas (comida, techo, estudios), hay otra capa esencial que es la emocional. Y cuando esa falta se sostiene en el tiempo, se puede transformar en dolor, en resentimiento, e incluso en rabia contenida.

Muchas veces, la manera en la que nuestras madres o padres nos tratan no refleja lo que sentimos que necesitamos, sino lo que ellos aprendieron. Es posible que tu madre también haya crecido en un entorno donde el afecto no se expresaba, donde el reconocimiento no se verbalizaba, y donde la exigencia era sinónimo de amor. Eso no justifica, pero sí explica.

El conflicto que estás viviendo ahora puede ser una señal de que hay una necesidad emocional no atendida que está pidiendo salir a la luz. La crítica constante, el maltrato verbal mutuo, la sensación de no ser suficiente… todo eso puede formar parte de un patrón relacional que se ha repetido durante años y que hoy te genera dolor y frustración.

La buena noticia es que se puede romper ese patrón. Se puede sanar la relación contigo misma y, desde ahí, transformar la relación con tu madre. Pero el primer paso no es cambiarla a ella, sino empezar a observar qué emociones hay dentro de ti, cómo se han formado esos vínculos, qué heridas siguen abiertas… y qué necesitas tú para empezar a vivir desde un lugar más libre, no desde el resentimiento.

Si sientes que este es un momento clave para sanar esa relación (o al menos la manera en que la llevas dentro de ti), estaré encantada de acompañarte en ese proceso.

Sanar no siempre significa reconciliarse, pero sí significa dejar de cargar con lo que ya no te corresponde.
Gracias por compartir lo que sientes. No es fácil hablar de este tipo de conflictos, y menos cuando se trata de la relación con una madre, que suele estar cargada de emociones muy intensas y contradictorias.

Lo que describes refleja una relación con mucho sufrimiento acumulado. Cuando una persona ha crecido sin muestras claras de afectos; sin abrazos, sin palabras de reconocimiento, sin validación emocional, etc. Aunque no te haya faltado lo material, puede quedarte la sensación profunda de no haber sido querida. Ese vacío emocional suele generar mucho dolor, y muchas veces ese dolor se transforma en rabia, en resentimiento, o incluso en lo que llegas a describir como odio.

Por otro lado, la forma en que te relacionas con tu madre, con agresividad verbal mutua, puede ser el resultado de una dinámica aprendida, donde ambas partes están atrapadas en un ciclo de reproches y heridas sin sanar. Es posible que ella tampoco haya recibido herramientas emocionales en su propia historia, y repita una forma de vincularse que es fría, crítica o distante, sin ser plenamente consciente del daño que causa.

Nada de esto justifica el maltrato, pero sí puede ayudarte a entender de dónde viene. Y tú, ahora, tienes la oportunidad de cortar con ese ciclo.

Sería muy positivo que pudieras trabajar todo esto con un profesional. La terapia puede ayudarte a explorar esa historia, a sanar lo que te duele, y a aprender nuevas formas de relacionarte contigo y con los demás. Te mando un abrazo
 Silvia Schoffer Kraut
Psicólogo
Santa Cruz de Tenerife
Lo que estás viviendo con tu madre es una dinámica profundamente dolorosa y compleja, y no estás solo en sentirte así. Muchas veces, en las relaciones madre-hijo/a donde hay historia de frialdad emocional, críticas constantes y ausencia de validación afectiva, se va acumulando una mezcla de rabia, tristeza y vacío que puede convertirse en resentimiento o incluso en una sensación de “odio”. Pero lo más importante que quiero decirte es esto: lo que sientes tiene sentido, y tiene raíces emocionales profundas, no es ingratitud ni maldad.

Probablemente tu madre sí cumplió con el rol material de cuidar —alimentarte, darte techo, educación—, pero descuidó lo más esencial: el vínculo afectivo. Los abrazos, los elogios, las palabras de aliento son las que nutren la seguridad emocional de un niño. Cuando eso falta, crece una herida de amor no recibido que puede manifestarse más tarde como rabia, rechazo, necesidad de aprobación constante o lucha por demostrar valor.

Lo más probable es que ella también repita un patrón aprendido, quizá creció en un entorno frío o duro donde el cariño no se expresaba con palabras ni gestos, y ahora su forma de relacionarse contigo es con críticas, exigencia o desaprobación, no porque no te quiera, sino porque no sabe hacerlo de otra manera. Eso no la justifica, pero lo explica.

Y tú, en respuesta, devuelves el dolor en forma de maltrato verbal, porque es la forma en que inconscientemente dices: “mírame, escúchame, dame lo que nunca me diste”. Es un ciclo de herida y defensa mutua donde ambos terminan reaccionando desde el dolor, no desde el amor.

Este tipo de relación se puede sanar, pero requiere un trabajo profundo, empezando por ti. No necesitas cambiarla a ella para empezar a liberarte de esta dinámica; puedes empezar reconociendo y legitimando tu herida emocional, poniendo límites saludables y trabajando en terapia lo que esa relación dejó en tu autoestima. A veces, aprender a aceptarla como es, sin esperar que repare todo lo que no supo darte, es parte del proceso de sanar.

¿Te gustaría que te recomiende ejercicios para empezar a trabajar ese dolor interno sin depender de que ella cambie primero? Un saludo y ¡ánimo!
Este vínculo necesita una mediación para que ambas puedan entender cómo se sienten y expresarlo. A menudo, la falta de comunicación y las heridas no sanadas generan este ciclo de reproches. Buscar un espacio neutral puede ayudar a tomar conciencia y mejorar la relación.

— Dolo Boix, psicóloga y mediadora familiar CV18993
Gracias por expresar con tanta claridad lo que estás viviendo. Las relaciones entre madres e hijos/as pueden ser profundamente complejas y dolorosas, especialmente cuando hay una historia de carencias afectivas y dificultades para comunicarse de forma sana.

Por lo que cuentas, parece que creciste en un entorno donde las necesidades emocionales (afecto, validación, reconocimiento) no fueron atendidas, aunque sí hubiera esfuerzos materiales o prácticos. Esto puede dejar una huella muy profunda, generando sentimientos de vacío, resentimiento o incluso rabia hacia esa figura que debía haber brindado cuidado emocional. Y cuando en la adultez seguimos sintiendo que nada de lo que hacemos es suficiente o bien recibido, ese dolor se reaviva.

En estos casos, tanto tú como tu madre parecéis atrapadas en un patrón de reacción y defensa que alimenta el conflicto. Es un círculo muy difícil de romper sin ayuda externa, pero no imposible. Lo que estás sintiendo tiene sentido y merece ser explorado con acompañamiento terapéutico, no solo para entender mejor lo que ocurre, sino para sanar y construir nuevas formas de relacionarte contigo y con ella (si eso es algo que deseas).

A veces, el maltrato verbal es una forma desbordada de expresar un dolor que no ha encontrado otro canal. Poder mirarlo sin juicio y con apoyo puede marcar un antes y un después en tu camino personal.

Un fuerte abrazo,
Elbire Arana — Psicóloga General Sanitaria
Colegiada M-42807

¿No has encontrado la respuesta que necesitabas? ¡Envía tu pregunta!

  • Tu pregunta se publicará de forma anónima.
  • Intenta que tu consulta médica sea clara y breve.
  • La pregunta irá dirigida a todos los especialistas de Doctoralia, no a uno específico.
  • Este servicio no sustituye a una consulta con un profesional de la salud. Si tienes un problema o una urgencia, acude a tu médico o a los servicios de urgencia.
  • No se permiten preguntas sobre casos específicos o segundas opiniones.
  • Por cuestiones de salud, no se publicarán cantidades ni dosis de medicamentos.

Este valor es demasiado corto. Debe contener __LIMIT__ o más caracteres.


Elige la especialidad de los médicos a los que quieres preguntar
Lo utilizaremos para notificarte la respuesta (en ningún momento aparecerá en Doctoralia)

¿Tu caso es similar? Estos profesionales pueden ayudarte:

Todos los contenidos publicados en Doctoralia, especialmente preguntas y respuestas, son de carácter informativo y en ningún caso deben considerarse un sustituto de un asesoramiento médico.