Cuando alguien me hace daño, aunque haya sido sin querer, aunque me pida disculpas, reconozca la cul
12
respuestas
Cuando alguien me hace daño, aunque haya sido sin querer, aunque me pida disculpas, reconozca la culpa etc .. mi subconsciente necesita que "pague" por ello y acabo diciendo cosas hirientes, o haciendo el vacío... Solo cuando siento que ya he hecho daño a la otra persona, soy capaz de perdonar. Me siento muy mala persona, y a la vez aunque intento evitarlo, siempre acabo haciendo lo mismo. Que me pasa?
Buenas tardes.
Has sido muy valiente por atreverte a poner en palabras algo tan profundo.
Lo que describes no te convierte en una mala persona, sino que habla más de un mecanismo de defensa que, por ahora, es la forma que tu mente ha encontrado para gestionar el dolor.
A veces, cuando sentimos que nos han herido, incluso de manera involuntaria, se activa una necesidad de recuperar equilibrio o de protegernos, y eso puede traducirse en querer que el otro ‘sienta’ lo que nosotros sentimos. No es que lo elijas conscientemente, es un patrón que probablemente se formó para protegerte en algún momento. Quizá el siguiente paso no sea culparte, sino observar atentamente qué emoción aparece justo antes de que actúes así: ¿rabia, miedo, sensación de injusticia? Nombrarlo puede ser el primer paso para ir encontrando otras maneras de cuidar de ti sin lastimar a quienes quieres.
Luego, puedes reflexionar sobre qué quieres hacer con esa emoción/sensación. ¿Cómo sería sano, tanto para ti como para los demás, canalizarla?
Un saludo.
Has sido muy valiente por atreverte a poner en palabras algo tan profundo.
Lo que describes no te convierte en una mala persona, sino que habla más de un mecanismo de defensa que, por ahora, es la forma que tu mente ha encontrado para gestionar el dolor.
A veces, cuando sentimos que nos han herido, incluso de manera involuntaria, se activa una necesidad de recuperar equilibrio o de protegernos, y eso puede traducirse en querer que el otro ‘sienta’ lo que nosotros sentimos. No es que lo elijas conscientemente, es un patrón que probablemente se formó para protegerte en algún momento. Quizá el siguiente paso no sea culparte, sino observar atentamente qué emoción aparece justo antes de que actúes así: ¿rabia, miedo, sensación de injusticia? Nombrarlo puede ser el primer paso para ir encontrando otras maneras de cuidar de ti sin lastimar a quienes quieres.
Luego, puedes reflexionar sobre qué quieres hacer con esa emoción/sensación. ¿Cómo sería sano, tanto para ti como para los demás, canalizarla?
Un saludo.
Hola, gracias por compartir lo que te ocurre. Lo que describes refleja una dificultad en la gestión del daño y el perdón: aunque reconozcas la intención de la otra persona y sus disculpas, sientes la necesidad de “equilibrar la balanza” antes de poder soltar. Esto no significa que seas una mala persona, sino que probablemente hay emociones intensas detrás (rabia, resentimiento, sensación de injusticia) que te cuesta elaborar de otra forma.
Este patrón puede trabajarse en terapia, aprendiendo estrategias para expresar el malestar sin herir y gestionando esas emociones sin necesidad de “hacer pagar” al otro. Te animo a que cojas una cita, ya que con acompañamiento psicológico es posible comprender el origen de esta dinámica y encontrar formas más saludables de relacionarte.
Un saludo
Este patrón puede trabajarse en terapia, aprendiendo estrategias para expresar el malestar sin herir y gestionando esas emociones sin necesidad de “hacer pagar” al otro. Te animo a que cojas una cita, ya que con acompañamiento psicológico es posible comprender el origen de esta dinámica y encontrar formas más saludables de relacionarte.
Un saludo
Parece que tiene usted una ambivalencia de amor y agresividad probablemente venida de su historia vital, seguramente tendrá que ver con sus figuras de referencia infantiles.
La única forma de aprender a resolver ese puzzle emocional es en consulta psicológica.
Reciba un cordial saludo.
La única forma de aprender a resolver ese puzzle emocional es en consulta psicológica.
Reciba un cordial saludo.
Hola, lo que cuentas muestra una dificultad para soltar el resentimiento, más que maldad.
Cuando sentimos que alguien nos hiere, nuestro cerebro puede activar un modo de “protegerse” buscando equilibrio: que el otro también sienta el dolor.
Esto suele estar relacionado con heridas emocionales previas o miedo a quedar vulnerables.
Trabajar en terapia puede ayudarte a expresar el enfado sin necesidad de herir, y a encontrar maneras de perdonar que te den paz.
Cuando sentimos que alguien nos hiere, nuestro cerebro puede activar un modo de “protegerse” buscando equilibrio: que el otro también sienta el dolor.
Esto suele estar relacionado con heridas emocionales previas o miedo a quedar vulnerables.
Trabajar en terapia puede ayudarte a expresar el enfado sin necesidad de herir, y a encontrar maneras de perdonar que te den paz.
Lo que describes no te convierte en una mala persona. Lo que te pasa tiene más que ver con heridas emocionales no resueltas que con maldad. Esa necesidad de que el otro “pague” antes de poder perdonar suele estar relacionada con una sensación profunda de injusticia, de vulnerabilidad, o incluso de haber sido ignorado o no validado en el pasado.
Cuando alguien te hiere, aunque sea sin intención, se activa una parte de ti que no solo siente dolor, sino también una necesidad de equilibrio. Y si ese equilibrio no llega de forma emocional (con empatía, con reparación profunda), puede surgir el impulso de restablecerlo a través del castigo o el silencio. Es una forma de protegerte, aunque sea a costa de la relación.
Este patrón puede tener raíces en experiencias anteriores donde quizás no te sentiste escuchado, respetado o cuidado. Y ahora, tu sistema emocional responde con una especie de “justicia emocional” que te da la sensación de recuperar el control.
Pero también es agotador, ¿verdad? Porque después llega la culpa, el arrepentimiento, y el deseo de romper ese ciclo.
Lo que te puede ayudar:
- **Terapia centrada en el apego o en el manejo de emociones**: para entender de dónde viene esa necesidad de castigo y cómo transformarla en expresión emocional sana.
- **Trabajo con el perdón**: no como acto hacia el otro, sino como liberación interna.
- **Mindfulness y regulación emocional**: para aprender a observar el impulso sin actuar desde él.
- **Escritura terapéutica**: escribir lo que sientes antes de reaccionar puede ayudarte a canalizar sin herir.
No estás solo en esto. Muchas personas viven este conflicto entre el dolor y el deseo de justicia emocional. Lo importante es que lo estás reconociendo, y eso ya es el primer paso hacia el cambio. Si quieres, puedo ayudarte a construir una estrategia para responder de forma distinta la próxima vez que te sientas herido.
Cuando alguien te hiere, aunque sea sin intención, se activa una parte de ti que no solo siente dolor, sino también una necesidad de equilibrio. Y si ese equilibrio no llega de forma emocional (con empatía, con reparación profunda), puede surgir el impulso de restablecerlo a través del castigo o el silencio. Es una forma de protegerte, aunque sea a costa de la relación.
Este patrón puede tener raíces en experiencias anteriores donde quizás no te sentiste escuchado, respetado o cuidado. Y ahora, tu sistema emocional responde con una especie de “justicia emocional” que te da la sensación de recuperar el control.
Pero también es agotador, ¿verdad? Porque después llega la culpa, el arrepentimiento, y el deseo de romper ese ciclo.
Lo que te puede ayudar:
- **Terapia centrada en el apego o en el manejo de emociones**: para entender de dónde viene esa necesidad de castigo y cómo transformarla en expresión emocional sana.
- **Trabajo con el perdón**: no como acto hacia el otro, sino como liberación interna.
- **Mindfulness y regulación emocional**: para aprender a observar el impulso sin actuar desde él.
- **Escritura terapéutica**: escribir lo que sientes antes de reaccionar puede ayudarte a canalizar sin herir.
No estás solo en esto. Muchas personas viven este conflicto entre el dolor y el deseo de justicia emocional. Lo importante es que lo estás reconociendo, y eso ya es el primer paso hacia el cambio. Si quieres, puedo ayudarte a construir una estrategia para responder de forma distinta la próxima vez que te sientas herido.
Lo que describes tiene que ver con un patrón emocional muy común: cuando alguien te hiere, tu mente y tu cuerpo entran en un estado de defensa, y aunque la otra persona se disculpe, sientes que “no basta” y necesitas que experimente un poco del dolor que tú has sentido para poder calmarte. No significa que seas mala persona, sino que tu forma de gestionar el daño recibido está muy vinculada a la necesidad de justicia y reparación.
El problema es que, aunque momentáneamente eso te haga sentir que recuperas el equilibrio, después te deja con culpa y malestar, porque sabes que no quieres herir a quienes te rodean.
Algunas cosas que pueden ayudarte a trabajar en esto son:
- Reconocer ese impulso como una respuesta automática de defensa, no como una maldad consciente.
- Aprender estrategias para expresar tu malestar sin necesidad de dañar al otro, como decir directamente qué te dolió o qué necesitas para sentirte reparada.
- Practicar técnicas de autorregulación emocional (respiración, parar unos segundos antes de reaccionar) para ganar espacio entre lo que sientes y lo que haces.
Si notas que este patrón se repite y te genera sufrimiento en tus relaciones, un proceso terapéutico puede ayudarte a entender de dónde viene esta necesidad de “compensar el daño” y a desarrollar formas más sanas de afrontar estas situaciones. Si lo deseas, puedo acompañarte en ese camino y ofrecerte un espacio seguro donde trabajar estas reacciones y fortalecer tus relaciones. Un abrazo.
El problema es que, aunque momentáneamente eso te haga sentir que recuperas el equilibrio, después te deja con culpa y malestar, porque sabes que no quieres herir a quienes te rodean.
Algunas cosas que pueden ayudarte a trabajar en esto son:
- Reconocer ese impulso como una respuesta automática de defensa, no como una maldad consciente.
- Aprender estrategias para expresar tu malestar sin necesidad de dañar al otro, como decir directamente qué te dolió o qué necesitas para sentirte reparada.
- Practicar técnicas de autorregulación emocional (respiración, parar unos segundos antes de reaccionar) para ganar espacio entre lo que sientes y lo que haces.
Si notas que este patrón se repite y te genera sufrimiento en tus relaciones, un proceso terapéutico puede ayudarte a entender de dónde viene esta necesidad de “compensar el daño” y a desarrollar formas más sanas de afrontar estas situaciones. Si lo deseas, puedo acompañarte en ese camino y ofrecerte un espacio seguro donde trabajar estas reacciones y fortalecer tus relaciones. Un abrazo.
Por lo que dices parece que gestionas tu rabia a través del rencor y de actos vengativos. Es probable que a lo largo de tu vida no hayas aprendido a gestionar bien la emoción de rabia bien por aprendizaje, imitación o por situaciones muy injustas en el pasado.
Para poder relacionarte mejor con la rabia sería interesante hacer un trabajo para deconstruir esa emoción y tu estrategia para gestionarla.
Para poder relacionarte mejor con la rabia sería interesante hacer un trabajo para deconstruir esa emoción y tu estrategia para gestionarla.
No es posible dar respuesta a tu pregunta sin hacer una investigación más amplia. Creo que es importante que analices tu respuesta al daño, ¿por qué lo haces así? ¿te suena a alguna situación que hayas vivido anteriormente?, ¿alguna vez te lo han hecho a tí?, ¿existen otras opciones? Sólo culpabilizarte y ponerte la etiqueta de "mala persona" no ayuda, al contrario. Yo haría una buena recogida de información contextual para empezar a dar sentido y comprensión a esta respuesta tuya, inconsciente, para luego poder seguir dando pasos. Si es algo que te preocupa mucho, te recomiendo que comiences una terapia. Un abrazo
Lo que describes no significa en absoluto que seas una “mala persona”. Lo que ocurre es algo muy humano: cuando alguien nos causa dolor, incluso aunque no sea intencionado, nuestro organismo reacciona con un impulso de “defendernos” o “hacer pagar” ese malestar. Durante millones de años, en contextos hostiles, esta reacción tuvo una función adaptativa: si alguien nos dañaba físicamente, responder causándole dolor podía protegernos. Hoy en día, ese mecanismo se activa también ante el dolor emocional, aunque ya no sea la forma más adecuada de afrontarlo.
El problema surge cuando este impulso da lugar a un círculo vicioso: la otra persona me hiere, yo respondo con conductas que hieren (como hacer el vacío o decir algo doloroso), y sólo siento alivio cuando percibo que el otro también ha sufrido. A corto plazo, eso proporciona una sensación de equilibrio o justicia, pero a medio y largo plazo suele aumentar la culpa, el malestar y el miedo a no ser querido.
Desde el análisis conductual, entendemos que toda conducta cumple una función: en tu caso, tu reacción sirve para aliviar el malestar interno y recuperar una sensación de control. El problema no es “tener mal carácter”, sino que tu mente ha aprendido que solo puede calmarse cuando la otra persona también sufre. La buena noticia es que ese aprendizaje puede modificarse.
En terapia trabajamos en varios niveles:
Identificar el “para qué” de tu conducta: comprender qué emociones y miedos hay detrás (muchas veces, el miedo a no ser querido o a que los demás no valoren lo suficiente nuestra persona).
Romper el círculo vicioso: entrenar estrategias alternativas que te permitan manejar el malestar sin necesidad de herir a los demás.
Fortalecer tu autoestima y tu sensación de valía, para que no dependa de “hacer pagar” a los otros, sino de tus propios recursos y valores.
Sentir ese impulso no te convierte en mala persona: significa que tu mente está reaccionando de la forma en que aprendió a hacerlo. Buscar ayuda psicológica es un paso valiente para cambiar este patrón y aprender a gestionar el dolor emocional de una manera más sana y constructiva.
El problema surge cuando este impulso da lugar a un círculo vicioso: la otra persona me hiere, yo respondo con conductas que hieren (como hacer el vacío o decir algo doloroso), y sólo siento alivio cuando percibo que el otro también ha sufrido. A corto plazo, eso proporciona una sensación de equilibrio o justicia, pero a medio y largo plazo suele aumentar la culpa, el malestar y el miedo a no ser querido.
Desde el análisis conductual, entendemos que toda conducta cumple una función: en tu caso, tu reacción sirve para aliviar el malestar interno y recuperar una sensación de control. El problema no es “tener mal carácter”, sino que tu mente ha aprendido que solo puede calmarse cuando la otra persona también sufre. La buena noticia es que ese aprendizaje puede modificarse.
En terapia trabajamos en varios niveles:
Identificar el “para qué” de tu conducta: comprender qué emociones y miedos hay detrás (muchas veces, el miedo a no ser querido o a que los demás no valoren lo suficiente nuestra persona).
Romper el círculo vicioso: entrenar estrategias alternativas que te permitan manejar el malestar sin necesidad de herir a los demás.
Fortalecer tu autoestima y tu sensación de valía, para que no dependa de “hacer pagar” a los otros, sino de tus propios recursos y valores.
Sentir ese impulso no te convierte en mala persona: significa que tu mente está reaccionando de la forma en que aprendió a hacerlo. Buscar ayuda psicológica es un paso valiente para cambiar este patrón y aprender a gestionar el dolor emocional de una manera más sana y constructiva.
No eres mala; reaccionas con venganza porque tu mente busca reparar el daño. Practica detenerte 30–60 segundos, respira y expresa lo que sientes de forma asertiva en vez de atacar. Con práctica y trabajo terapéutico ese impulso se reduce mucho.
Hola, parece que sucede que te sientes dañada y demandas venganza, hasta el punto de que no paras hasta que sientes que ha "pagado" por el daño infligido a tu persona.
Por lo que comentas, parece que tu mente te dice que, cuando alguien te hace daño, debe haber una consecuencia o un castigo para que no vuelva a ocurrir. ¿Has notado qué efectos tiene esto en tu vida y en tus relaciones? Puede ser útil explorar esas consecuencias, identificar las situaciones que lo desencadenan y trabajar en formas alternativas de responder.
Si prestas atención a lo que sientes, a lo que piensas y a cómo reaccionas después, es muy probable que consigas abrir espacio para actuar de otra manera.
Este tipo de aspectos se pueden trabajar en consulta. Si quieres revisarlo y empezar a cambiar este patrón, puedes visitar mi perfil y reservar una primera sesión de valoración.
Si prestas atención a lo que sientes, a lo que piensas y a cómo reaccionas después, es muy probable que consigas abrir espacio para actuar de otra manera.
Este tipo de aspectos se pueden trabajar en consulta. Si quieres revisarlo y empezar a cambiar este patrón, puedes visitar mi perfil y reservar una primera sesión de valoración.
¿No has encontrado la respuesta que necesitabas? ¡Envía tu pregunta!
¿Tu caso es similar? Estos profesionales pueden ayudarte:
Todos los contenidos publicados en Doctoralia, especialmente preguntas y respuestas, son de carácter informativo y en ningún caso deben considerarse un sustituto de un asesoramiento médico.