Soy una persona muy observadora: me fijo en la gente. No lo hago con ninguna intención especial; sim
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Soy una persona muy observadora: me fijo en la gente. No lo hago con ninguna intención especial; simplemente me llama la atención, sobre todo cuando me miran, sean hombres o mujeres.
El problema empezó cuando mi pareja se dio cuenta de que, en algunos momentos, había mirado a hombres y eso le molestó. A partir de ahí empecé a cuestionarme mucho. Yo tengo claro que no siento atracción por ningún hombre a parte de el, pero aun así me vienen dudas constantes.
Ahora, cada vez que miro a alguien o creo haber prestado atención visual a un hombre, me asaltan pensamientos repetitivos e involuntarios como:
• “¿Por qué lo he mirado?”
• “¿Y si me parece atractivo y no lo quiero admitir?”
• “Te gusta”
Además, si de entrada alguien me parece guapo, me invade la culpa y siento la necesidad de volver a mirarlo para “comprobar” que en realidad no es tan atractivo—como si tuviera que demostrarme que no me interesa. Esta revisión me genera más ansiedad y culpa, y se vuelve un círculo vicioso.
Estos pensamientos son molestos y a veces me resultan incluso desagradables porque llegan a punto guarro. Sé racionalmente que no tienen sentido y que no reflejan mis verdaderos sentimientos, pero se repiten sin que pueda pararlos. Esto me hace autocensurarme: estoy pendiente de adónde miro, de qué pienso y de justificarme todo el tiempo. Siento que ya no actúo con naturalidad.
El problema empezó cuando mi pareja se dio cuenta de que, en algunos momentos, había mirado a hombres y eso le molestó. A partir de ahí empecé a cuestionarme mucho. Yo tengo claro que no siento atracción por ningún hombre a parte de el, pero aun así me vienen dudas constantes.
Ahora, cada vez que miro a alguien o creo haber prestado atención visual a un hombre, me asaltan pensamientos repetitivos e involuntarios como:
• “¿Por qué lo he mirado?”
• “¿Y si me parece atractivo y no lo quiero admitir?”
• “Te gusta”
Además, si de entrada alguien me parece guapo, me invade la culpa y siento la necesidad de volver a mirarlo para “comprobar” que en realidad no es tan atractivo—como si tuviera que demostrarme que no me interesa. Esta revisión me genera más ansiedad y culpa, y se vuelve un círculo vicioso.
Estos pensamientos son molestos y a veces me resultan incluso desagradables porque llegan a punto guarro. Sé racionalmente que no tienen sentido y que no reflejan mis verdaderos sentimientos, pero se repiten sin que pueda pararlos. Esto me hace autocensurarme: estoy pendiente de adónde miro, de qué pienso y de justificarme todo el tiempo. Siento que ya no actúo con naturalidad.

Gracias por compartir esto con tanta sinceridad. Lo que describes muestra un nivel alto de autoobservación, pero también una lucha interna con pensamientos que parecen invadirte, generar culpa y desconexión contigo misma.
Desde la bioneuroemoción®, no vemos esto como un problema mental, sino como una señal de tu inconsciente tratando de mostrarte algo que necesita ser reconocido y liberado. Cuando una emoción se repite de forma automática, como la culpa, la duda o el miedo, suele estar relacionada con una creencia profunda o un programa inconsciente que se ha instalado mucho antes de tu relación actual.
Te invito a reflexionar:
¿En qué momento de tu vida aprendiste que mirar o notar a otras personas era algo "malo", "peligroso" o "culpable"?
¿Hubo en tu infancia o adolescencia un ambiente donde se juzgara o se castigara la expresión del deseo, la libertad, o la mirada curiosa?
¿Cómo vivías tú (o tus referentes femeninos, como tu madre) el hecho de ser observadas o de observar a otros?
Muchas veces, estas emociones no vienen del presente, sino de lealtades inconscientes al sistema familiar, de mandatos sobre cómo debe comportarse una mujer en pareja, o del miedo a perder el amor si no encajas en el ideal que el otro espera.
Tus pensamientos obsesivos podrían estar funcionando como una especie de "alarma" que intenta protegerte de un supuesto peligro (ser rechazada, equivocarte, perder algo valioso), pero ese peligro suele ser emocional y antiguo, no real ni actual.
Desde este enfoque, no se trata de controlar lo que piensas o miras, sino de comprender qué parte de ti necesita ser vista, aceptada y liberada.
Podrías preguntarte también:
¿Qué representa para ti la mirada de los demás?
¿Qué sientes que podrías perder si simplemente te permitieras mirar con libertad, sin juicio?
¿Quién no pudo hacerlo antes que tú?
Cuando uno se da el permiso de sentir sin juicio, y de explorar desde el amor y la comprensión, los pensamientos dejan de tener ese poder invasivo. Es posible que en el fondo haya una parte de ti que busca recuperar tu espontaneidad, tu deseo y tu libertad interna sin que eso implique desamor o infidelidad.
Si lo deseas, podemos explorar juntas esos orígenes y ayudarte a comprender lo que este conflicto viene a mostrarte de ti misma, para que puedas soltar la culpa y reconectar con tu verdad, con naturalidad y amor.
Desde la bioneuroemoción®, no vemos esto como un problema mental, sino como una señal de tu inconsciente tratando de mostrarte algo que necesita ser reconocido y liberado. Cuando una emoción se repite de forma automática, como la culpa, la duda o el miedo, suele estar relacionada con una creencia profunda o un programa inconsciente que se ha instalado mucho antes de tu relación actual.
Te invito a reflexionar:
¿En qué momento de tu vida aprendiste que mirar o notar a otras personas era algo "malo", "peligroso" o "culpable"?
¿Hubo en tu infancia o adolescencia un ambiente donde se juzgara o se castigara la expresión del deseo, la libertad, o la mirada curiosa?
¿Cómo vivías tú (o tus referentes femeninos, como tu madre) el hecho de ser observadas o de observar a otros?
Muchas veces, estas emociones no vienen del presente, sino de lealtades inconscientes al sistema familiar, de mandatos sobre cómo debe comportarse una mujer en pareja, o del miedo a perder el amor si no encajas en el ideal que el otro espera.
Tus pensamientos obsesivos podrían estar funcionando como una especie de "alarma" que intenta protegerte de un supuesto peligro (ser rechazada, equivocarte, perder algo valioso), pero ese peligro suele ser emocional y antiguo, no real ni actual.
Desde este enfoque, no se trata de controlar lo que piensas o miras, sino de comprender qué parte de ti necesita ser vista, aceptada y liberada.
Podrías preguntarte también:
¿Qué representa para ti la mirada de los demás?
¿Qué sientes que podrías perder si simplemente te permitieras mirar con libertad, sin juicio?
¿Quién no pudo hacerlo antes que tú?
Cuando uno se da el permiso de sentir sin juicio, y de explorar desde el amor y la comprensión, los pensamientos dejan de tener ese poder invasivo. Es posible que en el fondo haya una parte de ti que busca recuperar tu espontaneidad, tu deseo y tu libertad interna sin que eso implique desamor o infidelidad.
Si lo deseas, podemos explorar juntas esos orígenes y ayudarte a comprender lo que este conflicto viene a mostrarte de ti misma, para que puedas soltar la culpa y reconectar con tu verdad, con naturalidad y amor.

Hola
Gracias por compartir con tanta sinceridad lo que estás viviendo. Lo que describes es más común de lo que imaginas, y tiene mucho que ver con un proceso ansioso vinculado a la culpa, la autoexigencia y la hipervigilancia emocional y cognitiva.
Cuando la mente empieza a generar pensamientos intrusivos del tipo “¿por qué he mirado?”, “¿y si me gusta?”, etc., y tratamos de controlarlos, neutralizarlos o justificarlos, entramos en un bucle de ansiedad. En este ciclo, cada intento de calmarte te genera más inseguridad, más dudas… y así se pierde la naturalidad.
Esto no tiene que ver con una falta de amor o deseo por tu pareja, sino con cómo tu mente gestiona la culpa y el miedo a fallar, lo cual es muy frecuente en personas con un nivel alto de conciencia y sensibilidad emocional. El hecho de revisar mentalmente si alguien “te parece atractivo” no significa que haya un deseo real o una amenaza para tu relación.
Desde la psicología, trabajamos este tipo de situaciones identificando las distorsiones cognitivas, comprendiendo el origen emocional de la culpa, y aprendiendo a gestionar los pensamientos intrusivos sin luchar contra ellos. También exploramos si hay creencias internas que te están exigiendo ser perfecta o que te impiden relajarte en tu relación.
Si te resuena lo que te cuento y deseas trabajar esta parte de ti desde un enfoque seguro, amable y profesional, estaré encantada de acompañarte. En terapia podemos recuperar tu paz interna, comprender estos procesos y ayudarte a sentirte libre para volver a vivir tus relaciones desde la confianza y la autenticidad.
Puedes escribirme sin compromiso para pedir una primera cita. Estoy aquí para ti.
Un abrazo,
Yolanda
Gracias por compartir con tanta sinceridad lo que estás viviendo. Lo que describes es más común de lo que imaginas, y tiene mucho que ver con un proceso ansioso vinculado a la culpa, la autoexigencia y la hipervigilancia emocional y cognitiva.
Cuando la mente empieza a generar pensamientos intrusivos del tipo “¿por qué he mirado?”, “¿y si me gusta?”, etc., y tratamos de controlarlos, neutralizarlos o justificarlos, entramos en un bucle de ansiedad. En este ciclo, cada intento de calmarte te genera más inseguridad, más dudas… y así se pierde la naturalidad.
Esto no tiene que ver con una falta de amor o deseo por tu pareja, sino con cómo tu mente gestiona la culpa y el miedo a fallar, lo cual es muy frecuente en personas con un nivel alto de conciencia y sensibilidad emocional. El hecho de revisar mentalmente si alguien “te parece atractivo” no significa que haya un deseo real o una amenaza para tu relación.
Desde la psicología, trabajamos este tipo de situaciones identificando las distorsiones cognitivas, comprendiendo el origen emocional de la culpa, y aprendiendo a gestionar los pensamientos intrusivos sin luchar contra ellos. También exploramos si hay creencias internas que te están exigiendo ser perfecta o que te impiden relajarte en tu relación.
Si te resuena lo que te cuento y deseas trabajar esta parte de ti desde un enfoque seguro, amable y profesional, estaré encantada de acompañarte. En terapia podemos recuperar tu paz interna, comprender estos procesos y ayudarte a sentirte libre para volver a vivir tus relaciones desde la confianza y la autenticidad.
Puedes escribirme sin compromiso para pedir una primera cita. Estoy aquí para ti.
Un abrazo,
Yolanda

Gracias por compartir tu experiencia con tanta claridad. Lo que describes se parece mucho a lo que en psicología llamamos pensamientos intrusivos: ideas que aparecen de forma repetitiva, involuntaria y que generan ansiedad, incluso cuando sabes que no tienen una base racional. Muchas veces, como ocurre en tu caso, se convierten en un ciclo de duda, culpa y revisión constante, dificultando vivir con naturalidad.
Este tipo de pensamientos no hablan de tus verdaderos deseos, sino del miedo a sentir o pensar “algo inadecuado”. Suelen estar muy ligados a la necesidad de control, la autoexigencia o el temor a dañar a la persona que quieres. Es comprensible que esto te genere mucha angustia y un desgaste emocional continuo.
En terapia trabajamos precisamente para desmontar estos patrones, dejar de alimentar los bucles de revisión y aprender a convivir con la incertidumbre de una forma más amable contigo misma. También exploramos qué hay detrás de esa necesidad de justificártelo todo y recuperar la confianza en tu manera de sentir y relacionarte.
Si lo deseas, estaré encantada de acompañarte en este proceso. Puedes reservar una cita conmigo a través de Doctoralia.
Un saludo
Este tipo de pensamientos no hablan de tus verdaderos deseos, sino del miedo a sentir o pensar “algo inadecuado”. Suelen estar muy ligados a la necesidad de control, la autoexigencia o el temor a dañar a la persona que quieres. Es comprensible que esto te genere mucha angustia y un desgaste emocional continuo.
En terapia trabajamos precisamente para desmontar estos patrones, dejar de alimentar los bucles de revisión y aprender a convivir con la incertidumbre de una forma más amable contigo misma. También exploramos qué hay detrás de esa necesidad de justificártelo todo y recuperar la confianza en tu manera de sentir y relacionarte.
Si lo deseas, estaré encantada de acompañarte en este proceso. Puedes reservar una cita conmigo a través de Doctoralia.
Un saludo

Hola
Gracias por compartir algo tan personal y difícil. Lo que describes parece estar generándote un gran nivel de malestar y ansiedad, y es completamente comprensible que te sientas desbordada. Aunque racionalmente tengas claro lo que sientes por tu pareja, la aparición de estos pensamientos intrusivos y repetitivos —junto con la necesidad de revisar, justificarte o controlar tus reacciones— sugiere que podrías estar enfrentándote a una forma de ansiedad muy específica, relacionada con el control, la duda y el miedo a perder algo valioso.
En estos casos, suele ser de gran ayuda trabajar desde un enfoque especializado en pensamientos obsesivos y ansiedad, como la terapia EMDR o terapias de tercera generación como la de aceptación y compromiso (ACT). Ambas pueden ayudarte a abordar no sólo el contenido de los pensamientos, sino la relación que estás teniendo con ellos: cómo aparecen, cómo los interpretas y qué haces en respuesta a ellos.
Además, muchas veces detrás de esta necesidad de control o hipervigilancia pueden haber experiencias pasadas que dejaron huella —situaciones donde sentiste culpa, vergüenza o miedo a decepcionar—, y es algo que también se puede trabajar para soltar esa carga emocional y reconectar contigo desde un lugar más libre y seguro.
Sí, se puede recuperar la naturalidad, el equilibrio y la confianza en ti misma, pero no tienes por qué hacerlo sola. Si decides dar el paso, estaré encantada de acompañarte en este proceso.
Un abrazo grande
Gracias por compartir algo tan personal y difícil. Lo que describes parece estar generándote un gran nivel de malestar y ansiedad, y es completamente comprensible que te sientas desbordada. Aunque racionalmente tengas claro lo que sientes por tu pareja, la aparición de estos pensamientos intrusivos y repetitivos —junto con la necesidad de revisar, justificarte o controlar tus reacciones— sugiere que podrías estar enfrentándote a una forma de ansiedad muy específica, relacionada con el control, la duda y el miedo a perder algo valioso.
En estos casos, suele ser de gran ayuda trabajar desde un enfoque especializado en pensamientos obsesivos y ansiedad, como la terapia EMDR o terapias de tercera generación como la de aceptación y compromiso (ACT). Ambas pueden ayudarte a abordar no sólo el contenido de los pensamientos, sino la relación que estás teniendo con ellos: cómo aparecen, cómo los interpretas y qué haces en respuesta a ellos.
Además, muchas veces detrás de esta necesidad de control o hipervigilancia pueden haber experiencias pasadas que dejaron huella —situaciones donde sentiste culpa, vergüenza o miedo a decepcionar—, y es algo que también se puede trabajar para soltar esa carga emocional y reconectar contigo desde un lugar más libre y seguro.
Sí, se puede recuperar la naturalidad, el equilibrio y la confianza en ti misma, pero no tienes por qué hacerlo sola. Si decides dar el paso, estaré encantada de acompañarte en este proceso.
Un abrazo grande

Lo que describes parece estar muy relacionado con un patrón de pensamientos obsesivos y dudas constantes que no se alinean con lo que realmente sientes. No estás sola ni es algo raro: muchas personas pasan por experiencias similares, especialmente cuando se sienten muy comprometidas en una relación y temen hacer daño o perder a alguien importante.
El hecho de que seas observadora no es algo malo, ni mirar a alguien significa que te atrae. Nuestro cerebro a veces lanza pensamientos que no hemos pedido, y eso no significa que tengan valor ni que digan algo real sobre quién eres o lo que sientes. Lo difícil viene cuando esos pensamientos se vuelven repetitivos, generan culpa, y te hacen dudar constantemente de ti misma. Eso puede ser muy angustiante.
Es importante saber que sentir culpa o ansiedad por estos pensamientos no significa que estés haciendo algo mal. Más bien, parece que estás atrapada en un ciclo de revisión y control que te está robando la naturalidad y la tranquilidad.
Podría ayudarte mucho hablar de esto con un profesional de la salud mental, especialmente alguien que tenga experiencia en pensamientos obsesivos o ansiedad. No porque estés "mal", sino porque mereces vivir tu relación y tu día a día con más calma y confianza.
Lo que sientes tiene sentido, y mereces comprensión, no juicio. Estás haciendo lo mejor que puedes.
El hecho de que seas observadora no es algo malo, ni mirar a alguien significa que te atrae. Nuestro cerebro a veces lanza pensamientos que no hemos pedido, y eso no significa que tengan valor ni que digan algo real sobre quién eres o lo que sientes. Lo difícil viene cuando esos pensamientos se vuelven repetitivos, generan culpa, y te hacen dudar constantemente de ti misma. Eso puede ser muy angustiante.
Es importante saber que sentir culpa o ansiedad por estos pensamientos no significa que estés haciendo algo mal. Más bien, parece que estás atrapada en un ciclo de revisión y control que te está robando la naturalidad y la tranquilidad.
Podría ayudarte mucho hablar de esto con un profesional de la salud mental, especialmente alguien que tenga experiencia en pensamientos obsesivos o ansiedad. No porque estés "mal", sino porque mereces vivir tu relación y tu día a día con más calma y confianza.
Lo que sientes tiene sentido, y mereces comprensión, no juicio. Estás haciendo lo mejor que puedes.

Lo que describes no tiene tanto que ver con lo que ves… sino con lo que haces después de verlo.
No estás “mirando demasiado” ni deseando lo que no deberías. Lo que realmente agota es analizar, justificar y comprobar una y otra vez que lo que piensas no significa nada malo.
Y ahí empieza el bucle: cuanto más lo piensas, más dudas aparecen. Cuanto más intentas evitarlo o demostrarte que no te afecta… más presente está. En terapia breve lo llamamos una “solución intentada”: una estrategia que parece lógica, pero que sin querer alimenta el problema.
El problema no es el pensamiento, es el control constante que intentas ejercer sobre él.
Como punto de partida, te propongo lo contrario a lo que sueles hacer:
Cuando aparezca el pensamiento, no lo discutas, no lo analices. Solo di para tus adentros: “Vale, ha venido. Y no necesito hacer nada con esto.”
Es incómodo al principio, pero es el primer paso para que pierda fuerza.
No se trata de convencerte de nada, sino de dejar de comprobarlo todo el rato.
Se puede trabajar. Y suele desbloquearse más rápido de lo que parece.
Un saludo,
Juan Osuna – Psicólogo · Terapia Breve Estratégica
No estás “mirando demasiado” ni deseando lo que no deberías. Lo que realmente agota es analizar, justificar y comprobar una y otra vez que lo que piensas no significa nada malo.
Y ahí empieza el bucle: cuanto más lo piensas, más dudas aparecen. Cuanto más intentas evitarlo o demostrarte que no te afecta… más presente está. En terapia breve lo llamamos una “solución intentada”: una estrategia que parece lógica, pero que sin querer alimenta el problema.
El problema no es el pensamiento, es el control constante que intentas ejercer sobre él.
Como punto de partida, te propongo lo contrario a lo que sueles hacer:
Cuando aparezca el pensamiento, no lo discutas, no lo analices. Solo di para tus adentros: “Vale, ha venido. Y no necesito hacer nada con esto.”
Es incómodo al principio, pero es el primer paso para que pierda fuerza.
No se trata de convencerte de nada, sino de dejar de comprobarlo todo el rato.
Se puede trabajar. Y suele desbloquearse más rápido de lo que parece.
Un saludo,
Juan Osuna – Psicólogo · Terapia Breve Estratégica

Gracias por compartir con tanta claridad lo que estás viviendo. Lo que describes es una experiencia que puede ser profundamente angustiante: no porque tengas un deseo oculto, sino porque estás atrapado en un bucle mental donde la observación inocente se ha convertido en una fuente de duda, culpa y control constante. Lo que antes era simplemente una forma espontánea de relacionarte con el entorno—observar a la gente sin más—ha pasado a convertirse en una especie de examen continuo sobre tus propios sentimientos, intenciones y deseos. Y ese examen, en lugar de darte respuestas, alimenta más dudas.
Este tipo de experiencia es muy común en personas que padecen lo que en psicología se llama pensamientos intrusivos o dudas obsesivas. No significa que estés obsesionado en el sentido popular del término, sino que tu mente, probablemente a raíz de un detonante emocional (en este caso, el comentario o la reacción de tu pareja), ha empezado a funcionar en modo hipervigilante. A partir de ahí, cada gesto, mirada o pensamiento es analizado como si pudiera esconder una verdad oculta sobre ti. Pero lo que ocurre en realidad es lo contrario: cuanto más te observas, menos claridad tienes. Y lo que antes era natural se convierte en algo forzado.
Tus dudas no nacen de un deseo real que estés reprimiendo. Nacen del miedo. Miedo a traicionar, miedo a descubrir algo que no deseas descubrir, miedo a actuar mal, miedo a no poder controlar lo que sientes. Y el miedo tiene una capacidad increíble para disfrazarse de pregunta legítima: “¿Y si en el fondo sí me atrae?”, “¿Y si no soy quien creo que soy?”. Pero cuando estas preguntas se repiten de forma compulsiva, lo que buscan no es una respuesta real, sino la imposibilidad de responder. Por eso nunca se calman. Y por eso te llevan a revisar, a comprobar, a mirar dos veces con culpa para asegurarte de que no sentiste lo que creíste sentir. Pero ahí ya estás atrapado.
También es importante que sepas que sentir que alguien es guapo o atractivo no es sinónimo de deseo o de amenaza para tu vínculo de pareja. Sentir que una persona es guapa no significa que quieras estar con ella, ni que tu amor hacia tu pareja se tambalee. El amor maduro, estable, no es incompatible con reconocer la belleza de otras personas. Lo que ocurre es que, en tu caso, ese reconocimiento ha pasado a convertirse en una alarma que tu mente interpreta como “peligro”. Y eso ya no es deseo: eso es ansiedad.
Lo que estás viviendo no define tu orientación, ni tus valores, ni tu nivel de compromiso. Define únicamente el nivel de angustia que te está generando el hecho de no poder dejar pasar ciertos pensamientos sin analizarlos. Y eso no habla de lo que quieres, sino de cuánto miedo tienes a perder el control.
Hay salida para esto. Una de las claves está en dejar de alimentar el circuito de revisión, que es el que mantiene vivo el problema. En lugar de intentar “demostrarte” que no te gusta alguien, puedes aprender a convivir con la incertidumbre sin necesidad de resolverla. Porque el deseo no se demuestra ni se desmonta: se siente o no se siente. Y tú ya sabes lo que sientes. Solo que tu mente no para de ponértelo en duda.
Trabajar en terapia este tipo de pensamientos, desde un enfoque como la terapia cognitivo-conductual o un enfoque constructivista centrado en el diálogo interno, puede ayudarte mucho. Porque no se trata de convencerte de nada, sino de aprender a convivir con una mente que duda, sin dejar que esa duda controle tu vida.
Recuerda: no eres tus pensamientos. Eres la persona que está intentando vivir con más libertad y menos miedo, y eso ya es un acto de amor hacia ti y hacia tu pareja.
Este tipo de experiencia es muy común en personas que padecen lo que en psicología se llama pensamientos intrusivos o dudas obsesivas. No significa que estés obsesionado en el sentido popular del término, sino que tu mente, probablemente a raíz de un detonante emocional (en este caso, el comentario o la reacción de tu pareja), ha empezado a funcionar en modo hipervigilante. A partir de ahí, cada gesto, mirada o pensamiento es analizado como si pudiera esconder una verdad oculta sobre ti. Pero lo que ocurre en realidad es lo contrario: cuanto más te observas, menos claridad tienes. Y lo que antes era natural se convierte en algo forzado.
Tus dudas no nacen de un deseo real que estés reprimiendo. Nacen del miedo. Miedo a traicionar, miedo a descubrir algo que no deseas descubrir, miedo a actuar mal, miedo a no poder controlar lo que sientes. Y el miedo tiene una capacidad increíble para disfrazarse de pregunta legítima: “¿Y si en el fondo sí me atrae?”, “¿Y si no soy quien creo que soy?”. Pero cuando estas preguntas se repiten de forma compulsiva, lo que buscan no es una respuesta real, sino la imposibilidad de responder. Por eso nunca se calman. Y por eso te llevan a revisar, a comprobar, a mirar dos veces con culpa para asegurarte de que no sentiste lo que creíste sentir. Pero ahí ya estás atrapado.
También es importante que sepas que sentir que alguien es guapo o atractivo no es sinónimo de deseo o de amenaza para tu vínculo de pareja. Sentir que una persona es guapa no significa que quieras estar con ella, ni que tu amor hacia tu pareja se tambalee. El amor maduro, estable, no es incompatible con reconocer la belleza de otras personas. Lo que ocurre es que, en tu caso, ese reconocimiento ha pasado a convertirse en una alarma que tu mente interpreta como “peligro”. Y eso ya no es deseo: eso es ansiedad.
Lo que estás viviendo no define tu orientación, ni tus valores, ni tu nivel de compromiso. Define únicamente el nivel de angustia que te está generando el hecho de no poder dejar pasar ciertos pensamientos sin analizarlos. Y eso no habla de lo que quieres, sino de cuánto miedo tienes a perder el control.
Hay salida para esto. Una de las claves está en dejar de alimentar el circuito de revisión, que es el que mantiene vivo el problema. En lugar de intentar “demostrarte” que no te gusta alguien, puedes aprender a convivir con la incertidumbre sin necesidad de resolverla. Porque el deseo no se demuestra ni se desmonta: se siente o no se siente. Y tú ya sabes lo que sientes. Solo que tu mente no para de ponértelo en duda.
Trabajar en terapia este tipo de pensamientos, desde un enfoque como la terapia cognitivo-conductual o un enfoque constructivista centrado en el diálogo interno, puede ayudarte mucho. Porque no se trata de convencerte de nada, sino de aprender a convivir con una mente que duda, sin dejar que esa duda controle tu vida.
Recuerda: no eres tus pensamientos. Eres la persona que está intentando vivir con más libertad y menos miedo, y eso ya es un acto de amor hacia ti y hacia tu pareja.

Hola, gracias por compartir con tanta claridad lo que estás viviendo. Lo que describes encaja con lo que en psicología llamamos pensamientos intrusivos o rumiaciones obsesivas: ideas que aparecen de forma repetitiva, involuntaria y generan una intensa necesidad de controlarlas o neutralizarlas, lo que muchas veces acaba reforzando el malestar.
El hecho de que sientas culpa o ansiedad por haber mirado a alguien, y que luego necesites revisar o justificarte, puede estar formando parte de un patrón de duda constante que no se resuelve con más razonamientos, sino que suele agravarse. Esta hipervigilancia sobre tus propias reacciones, lejos de ayudarte a sentirte más tranquila, te va alejando de la espontaneidad y la confianza en ti misma.
En estos casos es importante trabajar no solo los pensamientos en sí, sino también la relación que tienes con ellos: aprender a no tomarlos como una amenaza o como una señal de que algo anda mal en ti. Muchas personas con pensamientos obsesivos saben racionalmente que sus ideas no tienen sentido, pero aun así sufren porque sienten que "deberían poder controlarlas".
Te animo a que busques apoyo psicológico. Existen enfoques eficaces como la terapia breve estratégica o la terapia cognitivo-conductual que pueden ayudarte a romper este círculo y recuperar la serenidad. No estás sola: lo que sientes tiene explicación y también tiene salida.
Un saludo afectuoso
Pilar Vega
El hecho de que sientas culpa o ansiedad por haber mirado a alguien, y que luego necesites revisar o justificarte, puede estar formando parte de un patrón de duda constante que no se resuelve con más razonamientos, sino que suele agravarse. Esta hipervigilancia sobre tus propias reacciones, lejos de ayudarte a sentirte más tranquila, te va alejando de la espontaneidad y la confianza en ti misma.
En estos casos es importante trabajar no solo los pensamientos en sí, sino también la relación que tienes con ellos: aprender a no tomarlos como una amenaza o como una señal de que algo anda mal en ti. Muchas personas con pensamientos obsesivos saben racionalmente que sus ideas no tienen sentido, pero aun así sufren porque sienten que "deberían poder controlarlas".
Te animo a que busques apoyo psicológico. Existen enfoques eficaces como la terapia breve estratégica o la terapia cognitivo-conductual que pueden ayudarte a romper este círculo y recuperar la serenidad. No estás sola: lo que sientes tiene explicación y también tiene salida.
Un saludo afectuoso
Pilar Vega

Buenas, suena a TOC relacional … me llamo Emilio Gil Ascaso, psicólogo especialista en TOC, un saludo!

Hola buenas, tu problema empezó a partir de que tu pareja se enfadó porque mirabas a otros hombres. Hasta ese momento una actividad que te resultaba placentera se trasformó en un secreto, en algo guarro, en un vicio.
No sé si eres consciente de que todas las cafeterías tienen grandes ventanales para poder sentarte y ver a la gente pasar. En Francia, la gente en las cafeterías no se sientan uno enfrente del otro, se sientan ambos mirando a la calle, porque ver la vida pasar es maravilloso.
Observar a la gente y disfrutar de la belleza ajena, es como ir a un museo, el hecho de que te guste observar un cuadro hermoso no te hace mala persona.
Mi recomendación es que hables con tu pareja y se lo expliques, el problema no está en que tu mires la belleza ajena, el problema está en la autoestima de tu pareja que se siente en peligro.
Debes explicarle que aunque estás mirando la belleza de los demás, al final del día, siempre vuelves a él. Cada día le elijes y eso le hará sentir mejor y más tranquilo y tu podrás disfrutar de ver gente por la calle.
Espero haberte ayudado. Un abrazo.
Nacho Maquinay, psicólogo en Gijón, Asturias.
No sé si eres consciente de que todas las cafeterías tienen grandes ventanales para poder sentarte y ver a la gente pasar. En Francia, la gente en las cafeterías no se sientan uno enfrente del otro, se sientan ambos mirando a la calle, porque ver la vida pasar es maravilloso.
Observar a la gente y disfrutar de la belleza ajena, es como ir a un museo, el hecho de que te guste observar un cuadro hermoso no te hace mala persona.
Mi recomendación es que hables con tu pareja y se lo expliques, el problema no está en que tu mires la belleza ajena, el problema está en la autoestima de tu pareja que se siente en peligro.
Debes explicarle que aunque estás mirando la belleza de los demás, al final del día, siempre vuelves a él. Cada día le elijes y eso le hará sentir mejor y más tranquilo y tu podrás disfrutar de ver gente por la calle.
Espero haberte ayudado. Un abrazo.
Nacho Maquinay, psicólogo en Gijón, Asturias.

Así es, estás viviendo lo que podría denominarse un ciclo de pensamientos intrusivos. Esto ocurre cuando empiezas a dar una importancia desmesurada a determinados hechos —como el simple acto de notar a alguien en la calle—, que en realidad están muy lejos de expresar lo que sientes o de reflejar tus intenciones. Por eso, a partir de aquel comentario de tu marido, comenzó a aparecer en tu cabeza la duda de “¿y si…?” o “¿por qué lo miré?”. Así pues, entras en un círculo vicioso en el que más estás atento, más aparecen esos pensamientos, más dudas de ellos, más intentas controlarlos… y así la bola de nieve va aumentando.
Este procedimiento tiene una base de ansiedad: estás tan ocupado en demostrar que “eso que estás pensando no es cierto” que sin querer estás ayudando a que el problema se perpetúe. Además, el tener que censurarte o dejar de actuar con naturalidad puede ir debilitándote emocionalmente, aumentando así la culpa y el malestar.
Algo importante es que el problema aquí no está en que encuentres a alguien más o menos guapo o que lo mires, sino en lo que estás interpretando de ese acto. Tú estás dándole una importancia que en realidad no tiene. Esto es justo lo que ocurre en determinados trastornos de tipo obsesivo, en los que el problema está en la interpretación de los hechos más que en los hechos en sí.
Mi opinión es que puede venirte muy bien buscar apoyo psicológico (por ejemplo, terapia cognitivo-conductual) para aprender a dejar de dar tanto crédito a esos pensamientos, a dejar de dar vueltas en círculo y así ir debilitándolos poco a poco. Además, así irías fortaleciendo tus recursos para dejar de necesitar “comprobar” o “analizar” tanto lo que estás pensando o mirando.
Si lo necesitas, en consulta puedo facilitarte herramientas. Un saludo
Este procedimiento tiene una base de ansiedad: estás tan ocupado en demostrar que “eso que estás pensando no es cierto” que sin querer estás ayudando a que el problema se perpetúe. Además, el tener que censurarte o dejar de actuar con naturalidad puede ir debilitándote emocionalmente, aumentando así la culpa y el malestar.
Algo importante es que el problema aquí no está en que encuentres a alguien más o menos guapo o que lo mires, sino en lo que estás interpretando de ese acto. Tú estás dándole una importancia que en realidad no tiene. Esto es justo lo que ocurre en determinados trastornos de tipo obsesivo, en los que el problema está en la interpretación de los hechos más que en los hechos en sí.
Mi opinión es que puede venirte muy bien buscar apoyo psicológico (por ejemplo, terapia cognitivo-conductual) para aprender a dejar de dar tanto crédito a esos pensamientos, a dejar de dar vueltas en círculo y así ir debilitándolos poco a poco. Además, así irías fortaleciendo tus recursos para dejar de necesitar “comprobar” o “analizar” tanto lo que estás pensando o mirando.
Si lo necesitas, en consulta puedo facilitarte herramientas. Un saludo
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